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Es posible que la extinción esté cada vez más cerca, no lo dudo, pero mientras esperamos al meteorito, aprovechemos las oportunidades. El amigo Pep cogió la suya al vuelo y eliminó al Real Madrid de su competición con la esperanza de iniciar una nueva era. Tal vez gane la Champions, es más que favorito ante el Inter, pero nadie sabe mejor que Guardiola lo que le ha costado llegar hasta su segunda final. No le bastó con ganar al equipo de Ancelotti, tuvo que jugar uno de esos partidos que se fijan en la memoria colectiva para lograrlo. La exhibición 'citizen' fue colosal, su juego magnifico, intratable.

Carletto también puso de su parte. Guardiola no hubiera elegido mejor a los futbolistas rivales y su colocación en el campo. En cualquier caso, Ancelotti tiene suficiente crédito acumulado como para seguir dirigiendo a los madridistas a pesar de su tendencia, casi patológica, de mantener en el campo a los generales que le han dado la gloria por muy evidente que sea la necesidad de reemplazarlos.

La eliminatoria deja dos cosas muy claras: el Manchester City es justo finalista, pero el Real Madrid es el equipo que gave feliz a todo el mundo: a la mitad cuando gana y a la otra mitad cuando pierde. La eliminación merengue sirvió además para que los culés pudieran celebrar su liga sin el pánico a un nuevo milagro blanco. En resumen: eliminatoria completa, eliminatoria Comansi.

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