El jugador del Real Madrid Sergio Llull inicia una acción de ataque ante Janning, del Kirolbet Baskonia, durante la final de la Supercopa Endesa. | Óscar Corral

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El Real Madrid conquistó su quinta Supercopa Endesa tras ganar a los puntos una final de alto voltaje que se pudo llevar cualquiera, ya que el Kirolbet Baskonia vendió cara su derrota y solo su bajón de los últimos minutos permitió un nuevo éxito del equipo entrenado por Pablo Laso (80-73).

La reedición de la última final liguera no defraudó a nadie. Ambos conjuntos mostraron su mejor baloncesto a pocos días del inicio de la Liga y solo la constancia del Real Madrid, liderado de nuevo por Sergio Llull y con buenas actuaciones de Facundo Campazzo y Klemen Prepelic, decantó el triunfo para los blancos, que se llevan la Supercopa cuatro años después de su último éxito.

Contagiado por la velocidad de Sergio Llull, que continuó desde el inicio con su recital de semifinales y acabó elegido mejor jugador, y el dominio bajo aros de un infranqueable Walter Tavares, el Real Madrid salió más fuerte y, con un 10-1 de parcial, tomó las primeras ventajas y obligó a Pedro Martínez a parar el partido ante la falta de ideas de los suyos.Solo Vicent Poirier vio aro con claridad hasta el ecuador de un primer acto en el que los triples de Llull y Anthony Randolph otorgaban una cómoda renta al vigente campeón de Liga y Euroliga.

Poco a poco despertó en ataque el conjunto vitoriano. Cinco puntos seguidos de Ilimane Diop igualaron por primera vez el choque a un minuto y medio del final de un primer cuarto eléctrico que terminó con el Baskonia por delante (20-21) y con Llull como gran protagonista con once puntos y 14 de valoración. El intercambio de golpes y la intensidad se acentuaron en la reanudación. Baskonia seguía mejorando de forma notable y sumando con un Diop que imponía su ley y su envergadura bajo aros.
Enfrente, el Real Madrid sufría cada vez más para superar la tela de araña tejida por Pedro Martínez y se sumía en un mar de dudas que aprovecharon los azulgranas para escaparse (26-33, min. 14).

A base de trabajo, los blancos fueron capaces de volver a meterse en la final de la mano de un Gustavo Ayón que sumó diez puntos en el segundo acto y un parcial de 12-3 culminado por un triple de Carroll devolvió el mando a lo jugadores de Pablo Laso, hasta que un último triple de Jayson Granger dio a los suyos una renta de dos puntos al descanso (42-44).

Shengelia y Llull protagonizaron las primeras acometidas de sus respectivos equipos, mientras que Tavares volvió a pista para recuperar su mando en la pintura, aunque no podía frenar la irrupción ofensiva de un Shavon Shields que ofreció acciones de calidad en su segundo partido oficial con su nuevo equipo.

Apareció entonces por primera vez en la pista Klemen Prepelic y el nuevo fichaje madridista mantuvo, con ocho puntos sin fallo, a los blancos en el partido al final de un tercer acto que dejó todo por decidir para los últimos diez minutos (61-62, min 30). El escolta esloveno siguió haciendo daño en la zona baskonista en la reanudación y, después de muchos minutos, el Real Madrid pudo respirar al igualar su mayor ventaja de la tarde -siete puntos- tras completar un valioso 10-2 en menos de tres minutos.

Los jugadores de Pablo Laso retomaron el control de la final en el momento oportuno gracias a la aportación de hombres como Tavares o el argentino Facundo Campazzo, que metió canastas decisivas que encarrilaron el quinto título madridista ante el apagón de un Baskonia que solo pudo sumar once puntos en el último cuarto.