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Mandiola ha alcanzado su primer año de estancia en el banqillo del Atlético Baleares convertido en el gran guía de un club especializado en enmarañar las cuestiones más sencillas. La practicidad vital y futbolística del preparador vasco han calado entre una hinchada que durante el curso anterior presenció el milagro de la permanencia en Segunda B y esta temporada atiende expectante ante el vertiginoso viaje de su equipo.

El influjo y ascendente que ejerce Manix Mandiola en el entorno del Atlètic parece perder fuerza ante la puerta de la dirección deportiva. No es complicado descifrar el desencuentro entre el técnico y Patrick Messow, inquieto cada vez que el antiguo entrenador del Eibar tiene cita con los medios.

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Las críticas veladas —y también directas— de Mandiola hacia la gestión del club durante el mercado de invierno han irritado al número 2 del club, que ha ordenado limitar las apariciones públicas del entrenador. El distanciamiento entre el preparador blanquiazul y Patrick Messow es una evidencia pública. De hecho, a excepción de Manu Herrera, Manix Mandiola ha exteriorizado su incredulidad con la llegada de todos los jugadores que ha firmado el ATB durante la apertura de la segunda ventana.

Con el equipo afianzado entre los mejores —el empate de Sabadell (0-0) le ha aupado hasta la segunda posición— y la evidente necesidad de reforzar posiciones muy concretas, los movimientos del ATB durante las últimas semanas son difíciles de entender. A pesar de rescindir a Expósito, no ha llegado ningún lateral derecho y tampoco se ha incoporado a algún futbolista de nivel para suplir a Canario o Samuel Shashoua.

El club, sin embargo, en una maniobra difícilmente comprensible, ha sobrepoblado el lateral zurdo con la contratación de Peris (Guasp y Rubén completan la nómina). A su manera, Mandiola, ha manifestado su incredulidad, pero ha olvidado que esto es el Atlético Baleares...