El guía Fernando Terrasa conduciendo un grupo desde el valle de Orient hacía el castillo de Alaró.

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Lo natural suele ser bonito, pero también peligroso. Piense en un acantilado, un salto de agua o una escarpada montaña y todo lo que le rodea: naturaleza salvaje. Y como salvaje, el riesgo está ahí. Para salir a la montaña no hace falta una gran preparación y quizás lo más importante sea el sentido común. Si se cree que la falta de experiencia va a poner en riesgo la integridad física, lo ideal es hacerse acompañar por alguien que tenga experiencia sobre el terreno.

La Asociación de Guías y Técnicos de Montaña de les Illes Balears (AGMIB) se constituyó en 2010 y aglutina a unas 40 personas que cuentan con una o varias titulaciones en este medio. Para acreditarse como guía de montaña en sus distintas modalidades, media y baja montaña, escalada y barrancos, hay cuatro vías legales a través de diversos ciclos formativos.

Eduard Casajuana, de verde, en un ‘coastering’ en el litoral de Sóller.
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El intrusismo laboral se manifiesta de diferentes formas: grupos de extranjeros que vienen con una persona acompañante sin competencia profesional, personal de las Islas que ejerce como guía sin tener titulación ni número de registro TA (Turismo Activo), «e incluso hay asociaciones y clubes deportivos que organizan actividades y salidas al campo cobrando (por ejemplo 5 euros al asociado y 15 al no asociado) cuando la ley de turismo dictamina que hacer oferta de actividades a personas no asociadas se considera una actividad con ánimo de lucro, por lo cual también deben fiscalizarse esas asociaciones y clubes y solicitar la licencia de Turismo Activo», señalan desde la AGMIB, que preside Francisco Cabrera, quien incide en «el valor añadido de un guía profesional, ya que además de la autonomía técnica, cuenta con una capacitación desarrollada con la práctica y experiencia acumuladas para gestionar, de forma segura y con garantías, a todo tipo de perfil de personas y edades en el medio natural».

Francisco Cabrera.

Cabrera, de 56 años y con 33 años de experiencia como bombero a sus espaldas, es técnico de montaña con certificado profesional del Ministerio de Trabajo de guía de baja y media montaña. «Mi hermano me aficionó a los 8 años a la montaña. Desde mi punto de vista es mejor vivir primero la montaña y después hacer la formación que sacarte la titulación y después ir sobre la marcha, aunque no quiero decir que no haya excepciones».

En cuanto a las cualidades de un buen guía, destaca «estar al día en cuanto a formación y reciclarse, siempre reciclarse, además de tener sentido común». Francisco Cabrera, que nunca ha sufrido ni él ni sus acompañantes un percance de importancia, señala que la mayor satisfacción «es ver cómo han disfrutado tus clientes».

Barranquismo en el torrent de Coa Negra, con el guía Hendirk Uhlemann.