Estar bien con nosotros mismos tiene hoy en día una enorme relevancia. | Fotorech (Pixabay)

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Sobra decir que vivimos tiempos de enormes desafíos. Basta con abrir cualquier medio de comunicación, cualquier red social para darnos cuenta que el ambiente que predomina es de tremenda violencia, descontento, incertidumbre. Estoy segura que muchas de las personas que conocen están pasando tiempos de dificultad.

Es un tiempo en el que más que nunca el trabajo interior y la disciplina personal de la práctica espiritual se convierte en una responsabilidad social. Estar bien con nosotros mismos tiene hoy en día una enorme relevancia porque contribuir al mundo tal cual está con una actitud de genuina amabilidad, genuina compasión, genuino bienestar es una enorme contribución.

Mi maestro GuruDev Singh decía que el verdadero trabajo espiritual consiste en entrar en una cafetería cualquiera y cerciorarte de que, al salir, todo el mundo se sienta mejor. Eso significa que tu solo presencia sea una presencia que inspire a los demás y los haga sentir mejor. Eso significa que lo que llevas dentro es genuino bienestar.

Créeme también, esto implica un trabajo personal muy intenso, una disciplina personal muy fuerte. Nada es más difícil que vencernos a nosotros mismos y nuestras grandes batallas son, sobre todo, contra la inercia que tenemos de volver al condicionamiento de nuestras creencias limitantes y nuestros hábitos poco constructivos. Luchar contra la desidia, el resentimiento, imponernos a la pereza, la envidia. El trabajo espiritual no es otro que la constante victoria sobre las batallas de la personalidad.

El juego de la autorrealización es sencillo y sumamente complejo, porque eres el único jugador, juegas contra ti mismo, las victorias son sobre ti y los beneficios o logros también los disfrutas tú. Tú, en ti, contigo, a tu favor y contra ti, cada mañana.

Deberías de ver la cantidad de veces que mi mente busca persuadirme de solevantarme a la esterilla para hacer mi meditación, o evadir la ducha de agua helada. Muchas, muchas, muchas mañanas debo imponerme a mi misa y sin embargo, el resultado en mí, es cada mañana la confirmación de que ha valido la pena.

Y es así y sólo así donde en un mundo que se tambalea y se ensucia de tanta violencia de tantos tipos, logro el enorme éxito de la batalla por la amabilidad. La amabilidad primero conmigo misma y luego cultivar el espacio para poder sostenerla a lo largo del día. La amabilidad, la compasión, la generosidad son estados bioquímicos que se cultivan con una rigurosa práctica personal espiritual. No podemos pretender lo que no tenemos dentro y no podemos tampoco exigirlo o esperarlo de los demás si somos incapaces de cultivarlo en nosotros mismos.

Y cuando miras el mundo y miras el dolor, entiendes que cultivar la paz interior, la gentileza, la cordura, el respeto, la compasión, el amor incondicional es realmente más importante que nunca y que cada día que decidas hacerlo habrás ganado una pequeña-gran batalla.

Por hoy, prioriza la amabilidad, impóntelo como un ejercicio y observa qué sucede alrededor de ti. Entra en un café y si al irte los presentes se sienten mejor, entonces hoy, habrás contribuido a que este mundo vaya un peli menos mal.

Con amor y amabilidad;

Sat Nam