«El hombre no debe ayudar en el hogar, debe corresponsabilizarse». | Darko

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«El hombre no debe ayudar en el hogar, debe corresponsabilizarse». Así de claro lo expone la coach personal y de salud, Marga Almarcha. En este punto, argumenta que «el inicio del curso escolar hace más patente, si acabe, la distribución desigual de tareas familiares y de cuidados entre ambos progenitores. El reparto de responsabilidades entre hombres y mujeres todavía queda muy lejos de la ansiada igualdad lo que dificulta, sobre todo a la mujer, la posibilidad de compatibilizar en muchas ocasiones el tiempo del que dispone entre todas las actividades que quiere realizar, más allá del trabajo del cuidado de la familia y del trabajo remunerado».

A su modo de ver, «en pleno siglo XXI cuesta creer que todavía esa igualdad que se proclama entre hombres y mujeres tan sólo sea una quimera más. Como mujeres seguimos asumiendo ciertos roles que están en el inconsciente colectivo y que tienen un marcado significado; un ejemplo claro donde esto se hace patente son las reuniones de clase que dan el pistoletazo de salida al curso escolar. Las aulas lo demuestran, sillas ocupadas en su mayoría por madres como una tarea más en su agenda laboral. Parece que el reparto equilibrado de las tareas domésticas y de las responsabilidades familiares como son la organización, la educación, los cuidados… siguen siendo una asignatura pendiente».

Almarcha sostiene que «la idealizada conciliación pasa de puntillas ante una realidad que se impone cuando todavía son muchos los hombres que colaboran desde la intención de ayudar, pero no desde la corresponsabilidad que, no es más que el reparto equilibrado de las tareas domésticas y de las responsabilidades familiares, tales como la organización, el cuidado, la educación dentro del hogar con el fin de distribuir de manera justa los tiempos de vida de mujeres y hombres».

¿Cómo se traduce la falta de corresponsabilidad en la familia?

La coach señala que «históricamente la mujer ha asumido el mayor peso cuando hablamos de responsabilidades familiares, de cuidado de la familia, organizativas, educacionales… Afortunadamente, ahora ya somos conscientes de que este tipo de trabajo genera un nivel de estrés mayor que cualquier otro tipo de trabajo, lo que repercute directamente en la forma en la que nos vinculamos con nuestros seres más allegados, influyendo a la vez en la forma en la que se desarrollan». En este sentido, pone como ejemplo que «encontramos a mamás más cansadas, agotadas, abrumadas y con niveles altos de frustración, al ver que en muchas ocasiones no pueden llegar a todo y que, como consecuencia, se dejan para último lugar».

¿Qué podemos hacer para fomentar la corresponsabilidad?

Almarcha propone una serie de medidas para acercar la corresponsabilidad en los hogares. Una de ellas pasa por «abrir un diálogo donde madre, padre y el resto de miembros de la familia lleguen a pactos o acuerdos en los que se hayan tenido en cuenta los intereses de cada uno, favoreciendo el reparto de las responsabilidades de la forma más equitativa, igualitaria y lo más justa posible».

Por otro lado, «requiere de una implicación por parte de todos los miembros de la familia, así como ver el trabajo doméstico y familiar como una responsabilidad del grupo y no como una obligación de la madre. Por esta razón, ajustar cada actividad a la edad, gustos y habilidades de la persona que la va a llevar a cabo es básico, así como también que cada uno se implique y se comprometa».

La coach insta también a «cuestionarnos los roles de género que tenemos tan marcados y que desempeñamos en muchas ocasiones sin pensar, pero que requieren ponerlos en duda en el marco de la sociedad actual que necesita un cambio de mirada más igualitario y conciliador».

¿Qué beneficios nos aporta la corresponsabilidad a los miembros de la familia?

Aunque no es una tarea fácil porque requiere más responsabilidades para algunos miembros de la unidad familiar, Almarcha asegura que «la corresponsabilidad ayuda a fomentar la conciliación laboral y familiar, lo que posibilita a la mujer que pueda acceder al mercado laboral en igualdad de condiciones». Además, la madre «puede contar con más tiempo para ella y así poder cuidarse, cargar pilas… Al no tener que trabajar doblemente, sus niveles de estrés disminuirán, lo que se traducirá en un mejor estado de salud, tanto físico como emocional».

Pese a que requiere un esfuerzo mayor, en términos generales (también hay casos en los que el varón lleva las riendas), en términos generales «al hombre le supone ejercer una paternidad más responsable e implicada, más allá de acompañar a los hijos o entretenerlos». Por su parte, «para los hijos supone ser criados en valores como la colaboración, la cooperación, la pertenencia, la igualdad, aprendiendo además a distribuirse el tiempo, a trabajar en equipo y a llegar a acuerdos tan útil para su vida».

Almarcha concluye que «la corresponsabilidad es un paso más hacia una sociedad más equitativa, igualitaria y justa. Implementar en nuestros hogares la corresponsabilidad y educar en ella a nuestros hijos nos acerca hacia un modelo de familia donde la cooperación, de trabajo en equipo y el saber llegar a acuerdos se postulen como formas más responsables, sostenibles y respetuosas de entender la vida».