La obsesión por la belleza llega a amargar la vida a muchas personas. | @ stockking

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Los cánones estéticos marcan y condicionan la vida de muchas personas, llegando a convertir a la belleza en una auténtica tiranía. La obsesión por el cuerpo puede transformar la hermosura en algo realmente horrible. La coach personal y de salud, Marga Almarcha, señala que «la llegada de la primavera, con sus temperaturas más cálidas, nos recuerda que a la vuelta de la esquina el verano está esperando. Lo que para unos puede ser una alegría, por la cantidad de planes que van a hacer; para otros puede representar todo un reto al tener que sobrellevar la vergüenza que les supone el no estar dentro de los estereotipos de un cuerpo normativo».

En este sentido, añade que «la playa, los chiringuitos y los paseos se convierten en escenarios donde se ponen más de relieve las grandes discriminaciones corporales y la violencia estética que está patente en muchos ámbitos de la sociedad. Sin duda, este hecho repercute directamente en la autoestima, especialmente de las mujeres, al verse observadas y señaladas; en muchos casos, sin ningún tipo de miramientos ni cuidado. De ahí, que sea tan importante visibilizar la violencia estética reinante, que afecta tanto al sexo femenino como al masculino, y que va más allá de tener un cuerpo fit».

Almarcha asegura que «hemos vivido mucho tiempo bajo unos cánones de belleza tradicionales, donde se han idealizado ciertos tipos de cuerpos como la única opción posible. De hecho, las redes sociales están plagadas de perfiles con cuerpos de ensueño y apariencias perfectas, pero la realidad es bien distinta. La sociedad en la que vivimos representa una mayor variedad, que no se ve representada tal y como es ni en series de televisión, ni en películas, ni en la publicidad».

¿Cómo nos afecta la tiranía de los cánones de belleza?

La coach asegura que «la tiranía de los cánones de belleza nos llevan a desarrollar un gran número de complejos respecto a nuestro cuerpo, que pueden derivar en problemas emocionales, baja autoestima o en problemas físicos. En algunos casos, se puede desarrollar un trastorno de la conducta alimentaria, con el peligro que para la salud conlleva». En este punto, advierte que «la población adolescente se puede ver más afectada, ya que están sometidos aún más a la dictadura de las redes sociales y a todo lo que lleva asociado esta etapa tan vital».

Además, destaca que «las personas asiduas a las aplicaciones de citas pueden encontrarse con un menor de número de interacciones, lo que repercute directamente en la forma en la que se valoran y en su autoestima. Mujeres y hombres ven como para gustar y ajustarse a esos cánones estéticos tienen que invertir en ropa, accesorios, etc. Tienen que amoldarse a un entorno donde prima el aspecto físico si quieren tener más interacciones sociales». Esto puede provocar que «muchos de nuestros actos vayan dirigidos, de una forma inconsciente, a entrar dentro de estos cánones. Esto nos puede generar una gran de insatisfacción y frustración».

Cómo acabar con la tiranía de la belleza

Almarcha sostiene que «romper con esta normalización de la belleza pasa por redefinir lo que entendemos por estándares de belleza, es decir, que éstos estén basados en ejemplos reales de belleza y no en ideales inalcanzables. Pasa también por alzar nuestras voces y poner realmente en valor lo que somos, aceptándonos a nosotras mismas por nuestro valor intrínseco y no por nuestro físico».

Además, insta a «dejar de estar en lucha con tu cuerpo por querer cumplir algo que realmente no es real. Mejor potencia todo eso que tienes bueno en ti y que te diferencia del resto. Ver los efectos del paso del tiempo en nosotros como una nueva forma de belleza y no como algo que nos aleja de la juventud». En este sentido, recomienda «emplear en menos filtros en las redes sociales». Otra de las claves es «alejarse de personas que solo valoren el aspecto físico como carta de presentación y no sean capaces de ver más allá de un cuerpo».

«Tomar conciencia de ello nos puede ayudar a asumir la responsabilidad de cambiar este paradigma, sobre todo, para que las generaciones futuras vean en la diversidad de los cuerpos algo normal. Ojalá esto les ayude a aceptarse tal como son y a poder generar una igualdad más realista», concluye Almarcha.