La tristeza, irritabilidad, o preocupación por la imagen corporal, por ejemplo, serán patológicas si son tan frecuentes que ocasionan una incapacidad para el disfrute, ataques de pánico, cambios drásticos del peso, o problemas de adicciones. | Jill Wellington

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El 70 por ciento de los trastornos mentales comienza en la edad infantojuvenil, según se ha puesto de manifiesto durante la mesa redonda inaugural del 19º Congreso de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap). En 2019, siete menores de 15 años se suicidaron en España, si bien en 2020, año del inicio de la pandemia, fueron el doble y en en 2021.

Aunque se trata de casos extremos, los pediatras de Atención Primaria también han constatado un aumento de las autolesiones y los intentos autolíticos. «Se han realizado múltiples estudios con diversas metodologías, y aunque las cifras varían entre unos estudios y otros, hay consenso de este aumento».

«A nivel clínico han aumentado las demandas por estas patologías tanto en Atención Primaria como en especializada y urgencias», ha explicado la doctora Margarita Sánchez Calderón. En el caso del primer nivel asistencial, «los problemas de conducta, fracaso escolar, trastornos de conducta alimentaria, ansiedad y autolesiones» son los asuntos relacionados con la salud mental más presentes en las consultas. En este sentido, Sánchez Calderón apunta que es crítico vigilar la salud mental en la infancia y en el paso a la adolescencia, pues la incidencia de problemas mentales aumenta a partir de los 12 años.

«El paso de la consulta de Pediatría de AP a la de Medicina de Familia a los 14 años en estos niños y niñas puede suponer un problema por la pérdida de continuidad», ha destacado la pediatra, quien ha destacado la importancia del pediatra de Atención Primaria a la hora de vigilar las conductas de los adolescentes, pues es el profesional más cercano y, en esta etapa, «es difícil establecer la línea que separa lo que se considera sano de lo que se considera patológico».

Por ejemplo, apostilla, la tristeza, irritabilidad, preocupación por la imagen corporal, cuestionar las normas sociales o familiares, la dificultad para controlar el uso de aparatos tecnológicos, son conductas que serán patológicas si son tan frecuentes que ocasionan una incapacidad para el disfrute, ataques de pánico, cambios drásticos del peso, problemas de adicciones.