Firmeza, espuma,... ¿cómo saber si un colchón es bueno?

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¿Estás pensando en comprar un colchón nuevo? ¿Sabes qué aspectos hay que tener en cuenta para saber si es bueno o no? Tumbarte, comprobar si es blando o duro, el precio... Existen varios factores que demuestran la calidad de un colchón y que hay que analizar antes de adquirir uno nuevo.

La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha elaborado una guía en la que exponen cómo analizan los colchones y en qué se basan para elegir el más adecuado mediante pruebas de calidad elaboradas en un laboratorio.

Una vez que obtienen los resultados, la OCU los estudia y actualiza en el comparador de colchones. Puedes comprobar cuáles son los más recomendados dependiendo de cada prueba y elegir la mejor opción en este enlace.

Una de las características en la que más se fijan los posibles compradores es la firmeza, esto es, si el colchón es duro o blando. Sin embargo, 0lo que para el usuario es solo una sensación, el laboratorio tiene maneras de medirlo y valorarlo técnicamente. Además los datos revelan que hay fabricantes que aseguran que sus colchones son muy duros y en realidad no lo son tanto», indica la OCU.

Algunos colchones reparten las presiones de manera más uniforme, aunque en muchos casos se concentran en hombros y cadera. «Mediante una colchoneta sensible a las presiones el laboratorio puede conocer dónde se ejerce la presión más alta y su valor».

Una de las pruebas de calidad que se realizan en el laboratorio consiste en comprobar la independencia de ambos lados del colchón mediante la presión simultánea en dos puntos alejados 50 centímetros con una maquina. Esta prueba permite ver si la zona del medio del colchón se hunde o no.

Esta prueba sirve para identificar el número de rebotes que se pueden producir en el colchón hasta que el peso para. Si hay poco rebotes, quiere decir que el colchón es capaz de amortiguar mejor los impactos. En caso contrario, significa «que el colchón oscila mucho cuando el usuario se mueve en la cama». Lo mejor es que se encuentre en término medio.

Esta es una de las pruebas más importantes ya que «mide la capacidad de soporte y cómo se adapta el colchón para mantener el perfil del cuerpo del durmiente, desde los hombros, la columna vertebral, la cadera y las piernas».

En este sentido, el laboratorio utiliza unas varillas de alambre que se conectan a unos sensores para registrar el movimiento ascendente y descendente del colchón con el peso del cuerpo.

Consiste en analizar la energía que necesita el colchón para mantener una temperatura estable de 37 ºC. «Esto consigue identificar qué colchones son más adecuados para personas calurosas y personas frioleras. También se mide la respuesta de los materiales viscoelásticos a distintas temperaturas y se comprueba la absorción de sudor».

Según la OCU, la vida útil media de un colchón suele ser de ocho a 10 años, aunque dependerá de la adaptabilidad del usuario y de la deformación que se vaya generando. El laboratorio puede realizar una prueba que consiste en pasar un rodillo de 140 kilogramos sobre la superficie hasta completar 60.000 ciclos. Con esta técnica se puede comprobar las perdidas que sufre el colchón.

Otro aspecto a evaluar es la construcción del colchón para analizar todas las capas y sus características. «Las capas de acolchado se caracterizan por su composición y densidad, por eso se recorta una pieza de una superficie conocida para pesarla. También se analizan los muelles en el caso de que los tuviera y por supuesto se tienen en cuenta las medidas del colchón para ver si son exactas», destaca la OCU.

Las pruebas de laboratorio permiten comprobar si los compuestos que emite la espuma de los colchones son perjudiciales o no para la salud. «Para su análisis se recorta una parte, se envuelve para aislarla del ambiente y que no pierda las emisiones que genera y se envía al laboratorio».