Tartaria (fragmento del Atles Català, de Jafudà Cresques).

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Francesc des Valers, mercader de Mallorca, puede ser considerado un auténtico Marco Polo mallorquín, como ya dijo el P. Gabriel Llompart; des Valers y sus expedicionarios, partieron hacia el mar Negro y a Tartaria, en plena Ruta de la Seda. Des Valers estaba preparado para emprender esta aventura, ya que había dirigido una primera expedición mallorquina a las islas Canarias, en 1342. Concretamente, el 16 de abril del año 1342, Roger de Rovenac, lugarteniente del rey Jaime III de Mallorca, concedió a Francesc des Valers la dirección de una expedición que debía llegar a las islas de Fortuna, calificadas en el documento como «islas nuevamente encontradas hacia las partes de Occidente». La expedición contaba con dos «cocas bayonescas» llamadas Santa Creu y Santa Magdalena, comandadas por los patrones Pere Magre y Bartomeu Gigues, y armadas por mallorquines. Des Valers había prometido que, si conquistaban alguna de esas islas, reconocerían como príncipe y señor al rey de Mallorca, Jaime III. La colonización mallorquina de Canarias fue efímera, pero significativa y se enmarca en un contexto de auge del comercio mallorquín dentro del Mediterráneo, que también se abría a las rutas atlánticas. El esplendor de la cartografía mallorquina cohetánea concuerda perfectamente con la expansión comercial y colonizadora. La crisis demográfica y económica provocada por la peste negra de 1348 y la desaparición de la Corona Mallorquina en 1349 parecía que eliminarían las actividades de un mercader como des Valers. Sin embargo, el intrépido emprendedor no abandonó y continuó sus exploraciones, esta vez hacia Oriente, entre los años 1350 y 1357.

El rey Juan I de Aragón, el 11 de abril de 1394 envió una curiosa carta al gobernador o virrey del Reino de Mallorca en la que pedía que Pere Company (identificado como «avoncle d'en Company»), que hacia el año 1354 había formado parte de la expedición de Francesc des Valers a la tierra del Gran Kan, fuera conducido a su presencia, en Valencia, para que le contara sus experiencias: «Entès havem que ara novellament és vengut aquí un home avoncle d’en Company, de la ciutat de Mallorques, lo qual bé ha 40 anys anà en Tartària e en la terra del Gran Can ab en Francesch des Valers. Encara nos cobejem molt veure lo dit home e haver informació e col·loqui amb ell e saber los fets e actes que ha vists en les dites terres. Manam-vos que vistes les presents nos trametats lo dit home per la primera fusta (barco) qui vinga ací en València, dient-li de part nostra que ens en farà servei, lo qual haurem per agradable»

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Años antes, en 1379, cuando el futuro Juan I era todavía príncipe heredero de la corona, ordenó al procurador real de Mallorca que hiciera lo necesario para que des Valers se presentara a la corte para relatar los viajes que había hecho a Tartaria y a la India varios años antes: haiam entes que en Valer d’aqueixa ciutat de Mallorques... es no ha gayre vengut de Tarteria e de les Indies, volem així mateix e us pregam qui per escrit nos trametats clarament a dir tot ço que sab e comte d’aquelles partides e fer-nos-en agradable plaer e servey».

La documentación coetánea es muy escasa. El marinero mallorquín Pere Dalmau, que se encontraba en la ciudad de Caffa (actual Feodosía, Crimea), dejó escrito que llegó la embarcación mallorquina llamada Santa Magdalena, una nave de dos cubiertas del mercader Ramon Safortesa, patroneada por Bartomeu de Bases y por Francesc des Valers. Había zarpado de Génova en octubre de 1350 en dirección a Nápoles. Allí cargaron 570 botas de vino griego y otras mercancías, y se dirigieron a Caffa, donde llegaron en abril de 1351. Pero al mes siguiente, los genoveses ordenaron la detención de la nave, motivada por el estallido de la guerra entre genoveses y la Corona de Aragón, situación todavía más complicada por la presencia de una flota veneciana. Entre la nave y la carga de vino, perdieron más de 14.400 florines de oro. Ante la inseguridad del momento, algunos de los miembros de la tripulación se embarcaron en naves genovesas para regresar a Mallorca; pero fueron acometidos por las galeras venecianas y encarcelados. Francesc des Valers y los suyos tomaron una decisión más atrevida: adentrarse en el país tártaro. En 1357, a petición de des Valers, Pedro el Ceremonioso le absolvió de su actuación y le concedió una guía para que él y sus compañeros pudieran regresar con toda tranquilidad a Mallorca. La memoria popular contó estos viajes por la Gran Tartaria, Rusia y la India añadiendo elementos míticos y legendarios, que llamaron la atención de la corte real, fascinada por aquella geografía tan lejana... Por eso las peticiones reales de 1379 y 1394. Respecto a la última fecha, como el gobernador de Mallorca no envió a Pere Company ante su presencia, el 16 de mayo de 1394 el rey Juan reprendió á las autoridades: «No havem vist lo dit home ne resposta vostra, de què som molt meravellat, per això us manam que vistes les presents nos trametats lo dit home. E en açò hajats sobirana diligència si a nós cobejats servir e complaure». Finalmente, ante las amenazas del rey, el 11 de julio de aquel mismo año 1394, Joan de Térmens le presentó, en Barcelona, al deseado Pere Company, que le debió contar maravillas... ¡Y todavía están en ello, si no han parado!