Orson Welles, una crisis diplomática y unas pechugas de pollo trufadas

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«Sucedió en París y el héroe fue un ministro de Estado francés. El tema una trufa chilena del tamaño de un melón pequeño. Venía de Chile, donde el suegro del ministro tenía también un puesto diplomático. Encargó la esposa del ministro una de aquellas trufas chilenas que le remitieron por valija diplomática. A la llegada de ésta, tanto el chef como el ministro la vieron con suspicacia. Se iba a celebrar una importante cena oficial para unos altos dignatarios de la Unión Soviética y la señora creyó que sería aquella trufa una exitosa novedad». Este episodio era narrado por Orson Welles, cineasta, escritor y guionista.

«El chef advirtió al ministro de que el gran hongo no le inspiraba confianza y menos para exponer a dieciséis dignatarios a morir envenenados. Mientras se discutía el asunto, ‘Fifí’, el perro pekinés pegó un bocado a la trufa. Puesta a salvo aquella, llegó a las dos horas el momento de la cena y los soviéticos dieron buena cuenta de los manjares, entre los cuales la trufa que el chef había cocinado con una salsa de vino blanco, ajo, champiñones, mantequilla y yema de huevo. Ni que decir que los invitados no dejaron gota de salsa en sus platos. A la hora de los postres alguien se acercó al ministro para decirle que el perro pekinés había muerto y él se llevó el mayor susto de su vida. Vio todas las desgracias que caerían sobre su cabeza. Cuando ya la crisis diplomática parecía inevitable le dijeron que su esposa estaba presa de una crisis de nervios porque ‘Fifí’, habiendo salido por una verja entreabierta, resultó atropellado en la calle por un camión».

Vamos ahora a la receta: primero hemos de disolver una pastilla de caldo en medio vaso de agua caliente, que reservamos. Abrimos una latita de trufas y las cortamos en tiritas y las rociamos con veinte gramos de manteca derretida. Mechamos cuatro pechugas de pollo deshuesadas con la trufa y las sazonamos con sal y pimienta, lo cual va al horno con dos zanahorias cortadas en rodajas finas, una cebolla rallada y una cucharada de perejil picado. Le agregamos una cucharada rasa de harina disuelta en el caldo, media copita de coñac y lo dejamos cocer tapado a horno regular durante una media hora.