Uno de los arroces de Amadip Esment.

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Llevan años haciendo muy bien las cosas en Amadip Esment, la organización sin ánimo de lucro que ayuda a personas y familias afectadas por alguna discapacidad mental. Desde su creación hace 60 años, han ido profesionalizando su funcionamiento para, sin perder su función social, hacerla funcionar con un envidiable y eficiente sentido empresarial. Entre los diferentes pilares sobre los que se sustenta, uno de los más notables es el de restauración, en la que se han asentado como un buen referente en el mundillo gastronómico mallorquín, con cuatro cafés/restaurantes donde dan de comer estupendamente. Algo que también puede decirse de su apartado de panadería, con el que han logrado buena reputación y notables clientes a los que –caso de El Corte Inglés– suministran el pan de manera habitual.

El café restaurante de la plaza de Es Pes de sa Palla es un agradable enclave, idóneo para desayunar o almorzar en su interior y muy adecuado –por sus amplias dimensiones– para grupos numerosos, y con una espléndida terraza exterior, verdadera delicia en los días de buen tiempo. La mañana es perfecta para degustar sus apetecibles desayunos, en especial sus tostas verdes de pan ecológico, sus variados llonguets, zumos naturales y su magnífica repostería hecha por ellos mismos.

Al mediodía se convierte este lugar en una referencia, frecuentada por muchos habituales, sabedores de que aquí van a encontrar una comida estupenda a un precio razonable. Y, sobre todo, buenos arroces. Todos los días se puede acceder a la amplia propuesta de arroces, caldosos o melosos de pescado y marisco, o la fideuá de sepia con alioli, o los más secos, como el de verduras de temporada, o el ciego de marisco. Cuando almorzamos, el que proponían y tomamos era un logrado arroz bruto de calamar, muy poco grueso sin estar seco, en el que la variedad bomba había absorbido perfectamente el fumet y la tinta del calamar, y éste –entero, ligeramente marcado en rodajas– coronando la paellera. En su punto, muy sabroso (20 euros por ración).

Si se toma arroz, lo ideal es no cargar demasiado la comanda y limitarse a algún entrante ligero para disfrutar con toda intensidad del plato principal. Nosotros empezamos con una ración de ensaladilla de jugosa ventresca de atún (4 euros), y un par de croquetas de carne de cocido, bien fritas y melosas en su interior, que se pueden pedir por unidades (1,9 euros). Otra opción para los no arroceros es tapear con cualquiera de los apetecibles entrantes (pimientos asados, calamares a la andaluza, coca de pimientos), y complementarlo con alguno de los platos más consistentes, en los que huevos y tortilla camperos son una buena opción, al igual que la hamburguesa de porc negre, el pollo asado o la merluza de pincho a la plancha. Es recomendable atender las sugerencias, como las que había el día de nuestro almuerzo: coca de calabaza, queso de cabra y alcachofas fritas, de aspecto inmejorable y pasta finísima, en línea con la que había probado en otra ocasión con diferentes ingredientes. Y lo mismo cabe decir de las costillas de cerdo asadas y del bacalao frito con pimiento verde y cebolla, que me dejaron un buen recuerdo.

Los postres, no demasiado sorprendentes. Atractiva la ensaimada planchada con helado, y simplemente correctos el flan de vainilla y la mousse de cacao negro (4 euros). Los vinos los elabora 4 Kilos para Amadip. El tinto es el simpático Gallines i foques. El blanco, Sa Cussa Antonia 2022 –nombre de la descendiente de la perrita Laika que orbitó la tierra por primera vez, y que según cuentan, vive todavía en el norte de Mallorca–, mezcla de premsal y macabeo mallorquín, fue un buen acompañante para nuestro almuerzo (19 euros). Un agradable lugar para ser solidarios y, además, comer muy bien.