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Si quiere comer una verdadera pizza italiana, tiene dos opciones: acudir al restaurante argentino más cercano o hacer una en casa. ¿Y los dos o tres millones de pizzerías que hay por toda la Isla? Nada. Solo encontrará la pizza napolitana, una versión que tiene poco que ver con la pizza italiana original. Pastas saladas han existido desde hace centenares de años, pero la pizza de hoy evolucionó en el siglo XVIII de unas tortas de masa de pan cubiertas con cebolla, anchoas y aceitunas negras. En las panaderías de Italia del sur se vendían como merienda para los trabajadores. Cuando los italianos empezaron a emplear tomates en la cocina, los panaderos no tardaron en cubrir esas tortas con una salsa de tomate. Y la pizza moderna había nacido. La primera pizzería se inauguró en Nápoles en 1830.

Pero las pizzas napolitanas de 1830 no eran las flacuchas que han invadido casi todos los rincones del mundo: eran gruesas, hechas para matar el hambre matinal de los trabajadores. Y necesitaban unos 25 minutos de horno. Para los pizzeros napolitanos eso no era un buen negocio: necesitaban un fast food, aunque ese termino todavía no existía. Lo consiguieron poco a poco y de dos maneras: hornos más calientes y masas cada vez más flacas. Hoy en día en Palma hay hornos napolitanos que llegan fácilmente a 700C, y con masas tan finas como obleas, una pizza se hace en un par de minutos.

Pero mientras que la pizza iba evolucionando en Nápoles, en los siglos XVIII y XIX millones de pobres italianos iban emigrando a Estados Unidos y a América del Sur. Y llevaron con ellos su pizza de casa, una versión cuya masa es más gruesa que la napolitana flacucha. En algunas partes de Estados Unidos, y por toda América del Sur, sobrevivió la pizza de las amas de casa italianas: la gruesa, la argentina y la deep pan, la especialidad de la cadena Pizza Hut.

Las amas de casa de Italia todavía hacen una pizza casalinga (casera) cuya receta es: 200 grs de harina floja, 70 gramos de mantequilla, un huevo grande, media cucharadita de levadura fresca disuelta en un poco de agua, sal a gusto y más agua para hacer una masa suave. Dejarla subir durante un par de horas. Dividirla en dos trozos y formar con las manos en ovalados bastante finos. Cubrir con una salsa de tomate espesa, con anchoas y aceitunas pansides. Hornear durante unos 25 minutos. Esa pizza de masa elegante se puede comer fría o recalentada al horno. Algo que no admite la pizza flacucha.