El mejor limoncello es el casero.

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Si alguien le recomienda una marca de limoncello, aunque sea un italiano que entiende de los licores de su país, no le haga el más mínimo caso. Es que en el mundillo del limoncello el casero es siempre lo mejor. Y hacerlo en casa es cosa de colegiales. Casi todos los aperitivos y digestivos tienen su origen en los monasterios medievales porque los frailes tenían a mano las hierbas silvestres y cultivadas necesarias para sus recetas medicinales. Hay quien dice que los primeros licores de limón son monasteriales, pero no hay nada escrito sobre esta bebida hasta los primeros años del siglo XX.

Lo que sí es cierto es que sea una bebida del sur de Italia, principalmente de Sorrento, Capri y la Costa d’Amalfi. Los limones sorrentinos Femminello Santa Teresa están considerados los mejores para este licor porque tienen las pieles muy gruesas. También son ideales los limones españoles de tamaño grande con cáscara gruesa. Si la piel del limón tiene buen grosor se permite sacar solo tajaditas de la peladura, dejando atrás el tejido blanco fibroso que recubre el interior de la cáscara. Así sacamos todos los sabores y los aromas de la piel y el éxito del limoncello está asegurado.

Hoy en día el limoncello es el licor italiano mejor conocido porque los restauradores nos invitan a una copita cuando hemos comido algunas pizzas o pastas: es una buena manera de ganar clientes asiduos. Pero no es la mejor forma de beber un limoncello porque esos licores gratis no son exactamente de la mejor calidad. ¿Qué marca se recomienda? No hace falta consejos en este sentido porque el más memorable limoncello que beberemos es el que se hace en casa.

Es lo que descubrí cuando fui a cenar en casa de mi sobrino Alfie, casado con una italiana llamada Giuseppina Oliviero, conocida por su familia escocesa y canadiense como Jo. Su receta es facilísima: seis limones de piel gruesa, una botella de vodka, 125 mls de agua y 100 grs de azúcar.
Pelar los limones con un cuchillo bien afilado y poner las astillas de cáscara en una botella de litro y añadir 750 mls de vodka. Jo tapa la botella y la deja en un sitio oscuro durante dos o tres semanas. Ella se cuela el vodka, ya de un color amarillo delicado, y lo vuelve a poner en la botella con un almíbar frío hecho con el agua y el azúcar. El resultado es un limoncello elegante, suave de alcohol y lleno de sabores frescos. No conozco ningún licor que se haga con tanta facilidad y tan rápido. Qué bello es un limoncello casero.