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La Fiesta de las Vírgenes se celebra el día de Santa Úrsula, el 21 de octubre, en Mallorca, y en otras partes de España, es costumbre merendar buñuelos. Una tradición popular que se mantiene de generación en generación y que es de obligado cumplimiento.

Los buñuelos fritos son los más representativos de esta celebración. Antiguamente, estos eran el regalo de los enamorados que, junto a su grupo de amigos, iban a cantarle serenatas a las chicas. También existe otra opción para aquellos que los prefieren rellenos, parecidos a los profiteroles. Hay muchas panaderías que los elaboran con nata, trufa, crema e, incluso algunos, de kinder o galleta oreo.

Cada año por estas fechas se abre el eterno debate: ¿mejor fritos o rellenos? Las opiniones son muchas, cada persona tiene sus gustos y preferencias, pero sí existe una historia diferente tras estas dos variedades.

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Los buñuelos fritos, aunque no forman parte de una tradición puramente mallorquina, son los más arraigados en las Islas. Los historiadores apuntan a que su origen se encuentra en los árabes, que suelen hacer pastas fritas con miel. En Mallorca, las primeras referencias datan del siglo XVI. Tradicionalmente los buñuelos se comían por las Verges, Tots Sants y Quaresma. Muchas de las recetas típicas añaden boniato a la patata para así conseguir hacerlos más dulces y ahorrarse el azúcar.

Los buñuelos rellenos son más típicos de la Península, aunque desde hace años también pueden encontrarse en muchas panaderías de Mallorca. El origen se halla en los judíos sefardíes que los elaboran desde el siglo X para celebrar la Janucá con unos bollos fritos con harina de trigo que denominaban bimuelos. La introducción de estos bollos en la celebración de Tots Sants es una modificación cristiana.

Sean cuales sean tus preferencias, en Mallorca se elaboran en las buñolerías y puestos de la calle, que son una buena opción para seguir manteniendo viva esta tradición del mes de octubre.