José Luis Roses explica que su abuelo José Luis Ferrer fue pionero en la defensa del vino mallorquín y creía en la necesidad de lograr un distintivo local único. | DO Binissalem

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El presidente del Consell Regulador DO Binissalem, José Luis Roses, repasa estos treinta años de existencia de la entidad pionera.

La historia oficial de la DO Binissalem arranca en 1990, pero antes se hizo un gran trabajo para conseguirlo...
— Efectivamente. Mi abuelo, José Luis Ferrer, fue pionero en la defensa del vino mallorquín y especialmente del que se elaboraba en nuestra zona. Con el boom turístico se comercializaba mucho vino que venía de fuera y que se etiquetaba como si fuese de Binissalem. Para hacernos una idea, se comercializaban entre tres y cuatro millones de litros al año con el distintivo de Binissalem cuando realmente solo eran de aquí unos 300.000 litros. En los años ochenta del siglo pasado esto cambió y respondimos a esta circunstancia, y a la gran diferencia de precios de la uva con respecto al exterior, con una apuesta por la calidad y la diferenciación. Cuando logramos la DO Binissalem conseguimos el impulso definitivo que necesitaba el sector.

¿Cómo definiría estos treinta años?
— Dependemos siempre del clima y del mercado, pero lo que sí puedo decir es que la DO Binissalem ha luchado siempre por el reconocimiento de unas variedades locales determinadas y de unas condiciones de la tierra especiales, con abundante piedra y un drenaje excelente. Los que nos dedicamos al mundo del vino sabemos que no podemos mirar nunca a corto plazo y lo mismo ocurre con la Denominació d’Origen Binissalem, siempre hay que saber ver más allá del día a día y seguir adelante.

¿Qué retos se plantea la DO Binissalem para el futuro?
— Nuestro principal reto es involucrarnos más con la sociedad mallorquina; necesitamos que los mallorquines crean en nuestro producto. Durante el confinamiento nuestros mejores clientes fueron los extranjeros residentes en Mallorca y debemos lograr que los isleños apuesten más por nuestros vinos. Es una tendencia que va cambiando porque hemos detectado que los consumidores más jóvenes sí que eligen vinos locales. El otro frente se encuentra en el mundo turístico y de la restauración. Ahora mismo la oferta de nuestros vinos ocupa tan solo un 18 % en las cartas, cuando en otros países el producto local es el protagonista casi absoluto de la oferta gastronómica.