La protección solar es importante para poder tomar el sol sin problemas. | Pixabay

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Con la llegada del verano y el aumento de la exposición al sol, es crucial revisar la crema solar que tenemos en casa para ahorrarnos un susto. La crema solar, principal aliada para disfrutar del sol sin riesgos, es un producto que no debemos tomar a la ligera. ¿Es seguro utilizar la crema solar sobrante del año pasado? Esta es una pregunta común que vamos a resolver en este artículo.

Lo primero que debes hacer es verificar la fecha de caducidad de tu crema solar. A diferencia de otros productos como los alimentos, las cremas solares suelen indicar el periodo después de su apertura (PAO por sus siglas en inglés: period after opening), que es el tiempo que se puede usar el producto tras abrirlo por primera vez. Esta información se encuentra generalmente en la parte trasera del envase, junto a la lista de ingredientes que lo componen.

Además de tener en cuenta la fecha de apertura y el tiempo que se puede utilizar una vez abierto, otro aspecto importante a considerar es el estado del tapón y el envase. Si encuentras restos de arena o el envase parece deteriorado, es mejor descartar la crema para evitar problemas. La exposición prolongada a factores como la luz y el calor puede alterar su composición, reduciendo su efectividad como protector solar.

Para una comprobación más precisa, realiza la prueba del algodón: observa, huele y toca la crema. Aplica una pequeña cantidad en tu mano y verifica que no haya cambios en el color, la textura o el olor de la piel. Si detectas alguna anomalía cutánea, es mejor no arriesgarse y optar por utilizar una crema nueva.

Es esencial recordar que la protección solar es vital para prevenir quemaduras, que no solo pueden arruinar tus días de vacaciones, sino también poner en riesgo tu salud a largo plazo. Una inversión de unos pocos euros en una crema nueva puede ahorrarte problemas mayores. El problema de tomar el sol sin protección es que la piel se expone a la radiación ultravioleta. Más allá de las rojeces, pueden provocar mutaciones en el material genético que provoquen la aparición de células cancerígenas o carcinogénesis. Aunque se trata del más común de los cánceres, una buena protección solar puede evitarlo.