En 2005, después de haber pasado 15 años en Madrid, Barry Byrne (Dublín, 1968) se trasladó a Sóller. | Aina Borràs

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Barry Byrne nació en 1968 en Dublín (Irlanda) y tras completar sus estudios en Antropología y Geografía, así como un postrado en Estudios Medievales, decidió aventurarse en una carrera como periodista, traductor y profesor. En 2005, después de haber pasado 15 años en Madrid, se trasladó a Sóller. Desde entonces, ha hecho de este lugar su hogar, atraído por las conexiones personales y la vida que ha construido, consolidándose como un verdadero «vellvingut» en la comunidad local.

De hecho, Byrne participa e incluso ha impulsado activamente diversas asociaciones como Amics Cans i Moixos, Sóller Vall Verda y Sóller per l’Aire, entre otras. Para él, el asociacionismo es «crucial en las democracias, ya que las entidades cívicas fomentan la participación activa, la cooperación y el empoderamiento ciudadano, fortaleciendo la resiliencia comunitaria frente a desafíos como el cambio climático, la turistificación y la crisis de vivienda».

Uno de sus proyectos más importantes ha sido el estudio de la calidad del aire en Sóller. Desde la asociación Sóller per l’Aire miden la presencia de partículas finas con una red de una docena de sensores distribuidos por el municipio. Según sus últimas conclusiones, en mayo, la calidad del aire ha mejorado significativamente después de un invierno con altos niveles de materia particulada fina. Sin embargo, el solleric explica que la situación «tiende a empeorar en otoño debido a las quemas de restos de poda y en invierno por el uso de leña para calefacción, superando a menudo los niveles recomendados por la OMS».

Asegura que las partículas en suspensión de menos de 2,5 micras (PM2,5) representan un riesgo grave para la salud, afectando los pulmones y el corazón, y están asociadas con una variedad de problemas de salud, incluyendo la muerte prematura, latidos cardíacos irregulares y asma agravado. Por ello, «es fundamental reducir la exposición a estas partículas y evitar su emisión», explica.

Byrne no solo ha investigado el tema en Sóller, sino que en colaboración con la asociación Palma XXI, han encontrado picos de contaminación relacionados con los cruceros en Palma, aunque en Sóller el origen es otro.

Precisamente, las quemas agrícolas son un factor significativo en la mala calidad del aire en la Vall, especialmente bajo ciertas condiciones meteorológicas. Por ello, propone alternativas como el uso de trituradoras y el compostaje para reducir la dependencia de las quemas. A pesar de notar una mayor receptividad del Ajuntament en el último año, Byrne destaca la importancia de campañas de sensibilización para garantizar el éxito de los grandes proyectos. En cuanto a las acciones de los políticos, aboga por la búsqueda del consenso y la participación comunitaria para encontrar alternativas a las actividades contaminantes.