Jover representa a una nueva hornada de productores ecológicos que dan un aire distinto al campo mallorquín. | Curro Viera

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Omar Jover García (Alcúdia, 1993) es uno de los vendedores más fieles del Dijous de Inca. En este mercado ofrece sus productos de agricultura ecológica que lleva varios años cultivando en su finca de sa Pobla, Son Marc. Allí cultiva hortalizas, en las que está especializado, pero tanto los jueves en Inca como los martes y sábados en el consolidado Mercat Ecològic de la Plaça Patines lleva también al consumidor otros productos igualmente procedentes de agricultura ecológica certificada.

Él es el primero en su familia que ha decidido dedicarse a la agricultura. Realizó estudios de Ingeniería Agrónoma, que a pesar de no concluir completó con una serie de cursos formativos. Su trayectoria de desligó en cierta forma de la agricultura y hasta la llegada de la pandemia trabajaba como cocinero.

En aquellos meses difíciles empezó a dedicarse al huerto que compartía con unos amigos, aplicando en él sus conocimientos. Aquella actividad le enganchó, pero su trabajo en la cocina le impedía dedicarse por completo a ello, así que sin más abandonó su profesión y se volcó de lleno en la tierra y sus frutos, fundando una empresa cuyo nombre expresa muy bien sus intenciones: Utòpic.

«El consumidor tiene cada vez mejor aceptación de lo ecológico, está muy contento de poder disfrutar de estos productos, pero aunque en Palma el mercado ecológico está muy consolidado, en Inca solo somos dos productores». Cree que merecería la pena que este aspecto del mercado de Inca se ampliara. «Estamos viendo como los precios del producto ecológico se están equiparando a los de los productos convencionales. Es por ello que no hay ya excusa para competir, sobre todo teniendo unos alimentos naturales, libres de pesticidas y químicos y que el consumidor cada vez valora más».

A esto se añade el que los productos de proximidad se libren de ciertos factores de especulación de mercado: «lo estamos viendo de manera muy clara con el ejemplo del aceite de oliva. Se están pagando precios desorbitados cuando la campaña anterior no fue mala en el campo. No tiene sentido pagar esos precios. El productor ecológico es consciente de su mercado, defiende su producto haciendo venta directa y además nos respetamos entre nosotros».

A este tipo de agricultura le beneficia también la drástica reducción de intermediarios en comparación con los productos convencionales. «Con nuestros productos el margen de beneficio se queda con nosotros», afirma. Todos estos factores le llevan a afirmar que en un escenario como el presente «el producto ecológico tiene más futuro que el convencional, sobre todo teniendo en cuenta cómo está organizado este modelo convencional, basado en recursos limitados y con un alto coste por los productos que se usan. El futuro es entender cómo funciona la tierra, su fertilidad, sus mecanismos e intentar ir acompasado con ella».