El estudio desgrana los cambios territoriales que ha experimentado la Isla en los últimos 160 años.

TW
1

¿Cómo ha evolucionado la agricultura y el territorio agrario de Mallorca los últimos 160 años? Los cambios territoriales más importantes que ha experimentado la Isla han sido la fragmentación de la gran propiedad y el ascenso de la agricultura campesina, primero, y la sustitución de terrenos agrícolas y forestales por suelo urbano, suelo industrial, vías de comunicación y campos de golf, posteriormente, fenómeno provocado por la apuesta hegemónica por el turismo y el sector servicios.

Así, lo apunta Nofre Fullana Llinàs (Son Macià, 1984), director técnico de APAEMA (Associació de la Producció Agrària Ecològica de Mallorca) en su tesis doctoral presentada en la UIB recientemente. Durante los últimos 12 años ha analizado la transición socioecológica de los agroecosistemas de Mallorca desde una perspectiva multidisciplinaria, dentro del grupo internacional de investigación Sustainable Farm Systems.

«Se ha evolucionado desde un paisaje dominado por las grandes posesiones, en las que predominaban los cultivos herbáceos y grandes extensiones de vegetación con aprovechamientos silvopastorales, hacia un mosaico mucho más diverso y rico desde el punto de vista ecológico, que coincide con la época de esplendor de la agricultura campesina de pequeña propiedad asociada al policultivo. Sin embargo, desde los años ochenta hasta nuestros días, el estudio de la evolución del paisaje muestra un retroceso de la diversidad de usos del suelo, una pérdida de la arboricultura y el avance de las masas forestales, lo que reporta negativamente en la funcionalidad ecológica de estos agroecosistemas», explica Fullana.

Además, a través de la construcción de balances energéticos para los años 1860, 1956 y 2012, este grupo de investigación ha analizado la eficiencia de la actividad agraria para producir alimentos a la vez que se conservan las funcionalidades ecológicas del territorio. Esto ha de servir para encontrar las pautas que puedan ayudar a caminar hacia un modelo agroalimentario más sostenible. En este sentido, este trabajo ha puesto de manifiesto que los agroecosistemas de Mallorca todavía conservan un interesante grado de resiliencia, lo que está facilitando su transición hacía la agricultura ecológica, en comparación a otros casos de estudio.

«Aun así, desde 2012, -apunta- el último corte de tiempo analizado, los procesos de abandono de la actividad agraria se han acelerado, sobre todo, con la desaparición de una generación de campesinos que todavía perseveraban al trabajar una tierra poco rentable; con la mortalidad de árboles provocada por la Xylella fastidiosa y el cambio climático, y finalmente con la regresión alarmante de la ganadería extensiva, una pieza clave en este puzzle biofísico. Estos fenómenos están cambiando por completo el paisaje agrario de Mallorca a marchas forzadas». Y añade: «el riesgo también viene, y diría que en primer término, desde el momento en que todos los ‘huevos’ de la sociedad mallorquina están puestos dentro del mismo cesto de la industria turística. El cambio de modelo socioeconómico y territorial se hace imprescindible». El estudio es una radiografía muy técnica y exhaustiva de la evolución y transformación que ha sufrido fora vila desde 1860 hasta nuestros días. También es un ‘toque’ de atención a las autoridades a hacer políticas que incentiven a agricultores y ganaderos.