Martí Gelabert cultiva esta hortaliza en Manacor. | Pep Córcoles

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Este año, más que nunca, ha quedado obsoleto el dicho popular «no vale ni un pimiento», porque la realidad es que un pimiento, especialmente rojo o morrón (Capsicum annuum) cuesta una buena cantidad de dinero. Pocos años se había pagado tan caro como esta temporada y es que hay poco y llega también poco de la península.

Las causas de esta carestía y del consecuente encarecimiento son diferentes. En la Península se ha padecido una prolongada sequía y el pimiento producido allí, especialmente en Almería y Murcia, llega a precios prohibitivos. En los mercados mayoristas se vende entre 1,75 y 2,30 euros, el de segunda categoría y por encima de los tres euros el de primera, según detallan fuentes fidedignas de Mercapalma.

Martí Gelabert es uno de los pocos productores que este año han apostado de nuevo por sembrar pimiento morrón. Cultiva esta hortaliza, aunque técnicamente es una fruta, en su finca de Son Pou, (Manacor). El payés explica que «nunca antes había vendido mi pimiento de segunda categoría tan caro como este año, y es que no hay».

Martí acude cada martes, jueves y viernes al situado de productores del mercado mayorista para ofrecer su producto a fruteros y supermercados. El agricultor de Manacor sostiene que «el principal problema ha sido este año que ha habido un prolongado exceso de calor. Las plantas se han resentido mucho y no fructifican como debieran». Gelabert apunta a que «la consecuencia es un elevado número de pimientos deformes o de escaso calibre».

Tomeu Dalmau cultiva el pimiento en s’Horta.

En sus huertos de s’Horta, en Felanitx, Tomeu Dalmau, cultiva también pimiento morrón, y aunque coincide con su colega manacorí en el elevado coste del pimiento de este año, difiere levemente en la opinión acerca de las causas: «Es cierto que ha habido un exceso de calor, pero también se ha de precisar que llevamos tres años con un problema infeccioso, lo que llamamos comunmente una virosis».

Dalmau precisa que en su caso «la producción es abundante, sin tirar cohetes, pero porque hemos cambiado la variedad que cultivamos y esta parece más resistente. Últimamente, con la antigua, nos encontrábamos con el problema ya descrito de pimientos deformes, pequeños, y con una característica curiosa; tenían la piel arrugada, como si estuvieran ya maduros e incluso pasados, pero realmente estaban duros».

El poco pimiento rojo mallorquín que llega este año a las fruterías se vende a un precio mayor que el anterior, pero aún no alcalza el precio desorbitado del peninsular. Joan Vicenç, payés de Inca, explica: «Se me ocurrió hace unos días adquirir dos cajas de pimiento forastero a un mayorista para completar mi producción y acudir al mercado. No miré la factura hasta después de unas horas pues había comprado más productos. Cuando la repasé me quedé de piedra; dos cajas de 16 kilos de pimiento rojo me habían costado 74 euros, a más de cuatro euros el kilo, y yo aún tenía que revenderlo».