Jaume Pocoví ha recogido 20 toneladas de melones de variedad marina que cultiva cada año de su finca. | Maria Antònia Pol

TW
1

Jaume Pocoví (Marratxí, 1974) ha dedicado toda su vida al mundo del campo; su padre y su abuelo ya lo hacían. Pocoví se dedica al cuidado de los animales, las algarrobas y almendras. Sin embargo, a lo que más tiempo le dedica es a la hortaliza. Tiene un huerto de seis quarterades, con judías pintas, pepino y melón.

Pocoví lleva toda su vida dedicándose a la agricultura y a la producción de melones y su comercialización en MercaPalma, un fruto que este último mes ha dado mucho de que hablar por los precios desorbitados que los consumidores no esperaban. Aún así los valores «se han ido estabilizando en las últimas semanas y ya empiezan a ir con normalidad», asegura.

Es decir, a 50 céntimos el kilo, respecto a 1,70 euros a la venta al por mayor durante las primeras semanas de junio. Las razones son las abundantes lluvias tempranas de mayo que afectaron a este tipo de cultivo que necesitan poca agua. Además, la oferta también se ha visto perjudicada por la situación de sequía de Marruecos, principal exportador. «Como no había tanta oferta, pero sí mucha demanda, provocó que el primer mes de la temporada subiera el precio», añade Pocoví.

Pese a ello, el agricultor quiere dar un soplo de esperanza: «no significa que el año que viene esta situación vuelva a ocurrir ya que se han juntado varias condiciones adversas», añade,

Este verano no solo ha sido singular por el melón. «La bajada de los precios de la algarroba ha sido un golpe duro para todos, porque estos últimos años ha sido lo que ha dado alegría en el campo. Aunque era de esperar dado al gran éxito que ha tenido el mercado, este no ha podido soportar la sobreproducción y se han tenido que buscar otras alternativas», explica.

Aun así, tiene esperanzas de que el precio se estabilice porque es el único cultivo que puede funcionar en Mallorca, ya que el almendro está muy afectado por la Xylella y en cambio al algarrobo no le afecta esta bacteria.

Eso sí, puntualiza que «no cree que llegue a alcanzar los dos euros, como estos últimos años, pero sí, que se normalice y pueda costar de 70 o 80 céntimos con el que podamos trabajar tranquilamente».

El agricultor añade que «el sector primario es una moneda de cambio, importamos alimentos de países extracomunitarios que utilizan productos fitosanitarios, que son ilegales desde hace muchos años y con una mano de obra muy barata, que se nos hace imposible competir con los precios de estos productos». «La agricultura es nuestra vida, la gente tiene que comer tres veces al día y alguien tiene que producirlo», señala. El futuro de la agricultura está asegurado, por lo que respeta al hijo de Pocoví, que pretende seguir el legado de su padre. Jaume Pocoví Pocoví ha estudiado un grado medio en Son Ferriol y seguirá con el grado superior en sa Pobla. «Es un orgullo que quiera seguir los pasos de mi familia», sentencia.