Jaume Rosselló adquirió la finca de Son Salat, de Inca, donde logró microrrizar encinas de las que hoy cosecha los preciados hongos. | Pep Córcoles

TW
0

Jaume Rosselló Paris, Jaroce, es un vecino de Inca que a lo largo de su vida ha desarrollado innumerables iniciativas empresariales. Es una de esas personas polifacéticas que ante nada se detienen. Hace más de veinte años adquirió una finca próxima al Puig d’Inca, Son Salat. En dicha finca, donde proliferan las encinas, descubrió un buen día una trufa negra (Tuber melanosporum).

«Quedé sorprendido y busqué quien me pudiera informar si aquello era algo extraordinario o si era algo habitual», explica. El cultivador se puso en contacto con una de las máximas autoridades en micología de Balears, el también inquense Josep Lleonard Siquier. Éste le confirmó que efectivamente era una trufa negra y que, aunque rara, también se daba en las Islas. «Yo le pregunté qué podía hacer para tener más en mi finca y me contestó que microrrizara encinas y con el tiempo podría obtener resultados», agrega.

INCA. AGRICULTURA. Veinte años de espera para vivir de las trufas. Jaume Rosselló adquirió la finca de Son Salat, de Inca, do

Se puso manos a la obra siguiendo las indicaciones del experto: «Trituré una trufa, sequé el polvillo, lo mezcle con tierra en un pequeño tiesto y sembré una bellota. Trabajaba a ciegas, sin poder ver resultados hasta muchos años después, pero seguí haciendo estos planteles y repoblando mi finca en cuanto las encinas tenían un tamaño ideal para ser trasplantadas», explica.

Hace unos nueve años, tanto trabajo comenzó a dar frutos pues Rosselló empezó a encontrar trufas en una cantidad respetable. «Fue un momento muy dulce, ya que durante unos veinte años había trabajado en el proyecto sin saber si algún día me daría resultado. Entre tanto viví de otras actividades agrícolas e industriales. No obstante, mantuve siempre la esperanza de que mi sueño sería realidad algún día, como fue al final», dice.

En la actualidad, cosecha tres veces por semana, con la ayuda de perros adiestrados en la búsqueda de trufas. «Recojo el fruto y lo distribuyo a restaurantes de categoría y a hoteles de lujo. Ahora mismo, tengo ya algunas personas que venden para mí en la Península», informa.

En estos momentos, está en plena campaña de la trufa de verano. «No es tan apreciada como la de invierno, pero también tiene un gran aroma y se vende muy bien», comenta. Esta trufa alcanza en el mercado unos valores próximos a los 500 euros por kilo. La de invierno puede superar los 1.000 euros.

INCA. AGRICULTURA. Veinte años de espera para vivir de las trufas. Jaume Rosselló adquirió la finca de Son Salat, de Inca, do

Jaime atesora unas 1.000 encinas microrrizadas en su finca que le permiten obtener unos buenos ingresos cada año. «La espera ha sido larga pero al final ha dado sus frutos», finaliza el productor.