David Llompart, un joven de 21 años, sigue la pasión de su padre, aficionado a la cetrería. | Pep Córcoles

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La cetrería es una de las antiguas artes de caza que hoy sigue vigente merced a unos pocos aficionados. Existen tratados sobre cetrería desde los inicios de la edad media; fue entonces un deporte en auge entre los nobles. Desde entonces poco ha cambiado, a excepción del uso de emisores de radio para la localización en caso de pérdida del ave. Por lo demás se usa el mismo guante de cuero llamado ‘lua’ y unos sencillos correones llamados ‘pihuelas’ para sujetar a la rapaz.

David Llompart, un joven de veintinueve años, vive apasionado por la naturaleza y por las rapaces. Explica que «de pequeño veía como mi padre practicaba la cetrería. Años después de que él dejase de tener aves me picó el gusanillo, y como en casa aún estaba guardado todo el material compré un cernícalo americano que es un pájaro de pequeño tamaño y con un carácter fácil para principiantes». El joven cetrero dice: «Actualmente el cernícalo americano con el que me inicié sigue estando conmigo, pero además tengo un águila de harris, una hembra de halcón lanario y un azor. A cada rapaz se le enseña un tipo de trabajo diferente y se especializa en él».

Cada ave realiza un tipo de cetrería distinto «es difícil quedarse con una favorita –explica–, quizá para mí sería el cernícalo americano por lo poco que exige y las satisfacciones que da; con él hice subcampeón de Baleares a codorniz».

Las rapaces no necesitan excesivos cuidados, son animales rústicos en general y se mantienen bien si se les da una buena alimentación y alojamiento adecuado. David afirma que «no es una actividad especialmente costosa pues lo más caro son los equipos de telemetría, como el sistema GPS o de radio para poder localizar al pájaro en caso de pérdida momentánea, pero las aves bien cuidadas duran años. De cada vez es más asequible tener una rapaz por los elevados conocimientos para su cría en cautividad. Al final en lo que se va la mayor parte del presupuesto del cetrero es en transportes y cuotas del coto».

El entrenamiento es fundamental para tener una buena ave de presa. El cetrero explica que debe salir a volar día sí y día no. «Durante la temporada de caza cuantos más lances haga más ocasiones tiene de aprender, además le ayuda a estar en mejor estado de forma; esto es muy importante. Un pájaro que está todo el día parado no tendrá fuerzas para volar detrás de un conejo salvaje», indica. Pero el cetrero explica que «es igual de importante entrenar el aspecto psicológico del animal. Debe confiar en sí mismo y de que tiene la suficiente capacidad para obtener la recompensa en forma de alimento al ir a por la presa; le llamamos tener fe».

Cualquier rapaz se puede adiestrar para la cetrería aunque hay unas más aptas que otras. «Para un principiante lo ideal es un cernícalo, o un águila de harris, pues son animales muy inteligentes y en pocas semanas entenderán lo que se les pide», dice David. La cetrería es una caza muy limpia y ecológica; es animal contra animal y únicamente se hace una captura al día para no quebrantar la fe del pájaro. No buscamos carne, buscamos la belleza y dificultad del lance, reconoce el cetrero. Es también útil para el control de fauna indeseada haciendo vuelos disuasorios, por ejemplo en aeropuertos, o para espantar bandadas de palomas en cultivos o almacenes, o también en hoteles y campos de golf, para espantar gaviotas.