Juanma Vergara dando de comer a las abejas. | Gori Vicens

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Si podemos consumir miel es gracias al trabajo polinizador que realizan las abejas, una especie y labor que para muchos de nosotros pasa desapercibida pero su actividad en el medio agrícola es muy importante. Aparte, en los últimos años el consumo ha aumentado considerablemente, aunque en Mallorca la producción autóctona es limitada y eso provoca que haya intrusismo o engaño a la hora de etiquetarla como ‘mallorquina’ cuando no lo es. Estas semanas los apicultores como Juanma Vergara están inmersos en la recolección de la miel de tardor. «En Mallorca tenemos dos grandes floraciones, dos épocas donde tenemos la oportunidad de extraer la miel: la primavera y el otoño, aunque las dos producen floraciones diferentes», explica Vergara.

La miel de primavera es más conocida como milflors al ser una mezcla de muchas flores que las abejas se encuentran por el campo; en cambio, en la de ahora –de tardor– predominan más el algarrobo, ciprés u olivarda. «Ésta tiene un sabor más intenso que la de primavera. Está mucho más cargada de minerales, de aromas y eso la hace más intensa de sabor que la de primavera que es una mezcla mucho más suave de aromas y de color», explica Juanma. El apicultor tiene trabajo todo el año. Por ejemplo, en verano, tiene que preparar a las abejas una alimentación de apoyo porque tienen menos floración de donde alimentarse de forma natural.

También tienen que estar muy pendientes para evitar posibles enfermedades que puedan llegar a provocarles la muerte, porque de cada vez hay menos abejas. Además, a todo éste importante trabajo apícola que realizan se le suma una cruzada administrativa: el fraude. Mucha de la miel que se vende en la Isla está mal etiquetada o con marcas engañosas que el consumidor se piensa que es de aquí cuando no lo es. Este ‘intrusismo’, explica Juanma Vergara, viene motivado por la falta de trazabilidad de la miel a nivel mundial. Mucha viene de grandes países productores que tienen la mano de obra muy barata y la distribuyen.

Al no haber una normativa europea clara y que permite mezclar, por ejemplo, miel china con europea, hay un limbo legal que permite añadir en la etiqueta el origen de un país europeo, llevando al consumidor a la confusión. Para evitar este intrusismo o engaño a la hora de etiquetarla como ‘mallorquina’ cuando no lo es, desde hace tiempo se está trabajando en poder establecer unas marcas de calidad (DO o IGP). En ello trabaja la UIB con el patrocinio de la Conselleria d’Agricultura i Pesca. Poder etiquetar la miel de aquí con el sello ‘Miel de Mallorca’ serían cien caballos de fuerza para los apicultores isleños que tanto tiempo y esmero dedican al cuidado de las abejas y a la recolección de la miel. Y los ciudadanos sabrían que consumen una miel autóctona, sin añadidos.