Joan Garcías siembra las calabazas en mayo y a finales de agosto estarán a punto para su recolección. | Gori Vicens

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Como en todas las profesiones, también en agricultura, hay especialistas en determinadas actividades agrícolas dedicadas a desarrollar variantes que puedan darse en los diversos productos, desde la semilla, el cultivo, hasta la maduración y la cosecha. Esto redunda en que se especializan en una determinada faceta, con la oportunidad de que los colegas agrarios se abastezcan de lo necesario para lograr su fin particular. Por ejemplo, el cultivador de calabazas acudir al multiplicador de la semilla deseada.

La calabaza larga está cogiendo forma. Las flores femeninas se están convirtiendo en calabazas. Pronto empezarán a madurar y a coger el color característico; y a finales de agosto y principios de septiembre se recolectarán. Joan Garcías, en la finca de producción ecológica Son Ripoll, en el Camí Vell de Porreres a Montuïri, cultiva la calabaza larga. Es multiplicador colaborador de la Associació de Varietats Locals de Mallorca (AVL). Además de este tipo de calabazas, dependiendo de la temporada, también ayuda a la multiplicación de semillas de variedades diversas de tomates, cebollas y coles.

Este año tiene sembrado gran cantidad de calabazas, muy utilizadas en la cocina. «Tiene la ventaja que normalmente tiene las semillas en la punta de la calabaza, esto permite que gran parte sea carne y sea óptimo para uso culinario», explica Joan.

El proceso de multiplicación es cuidadoso. «Cada año elegimos las mejores calabazas (las que mejor formadas estén) y las reservamos para semilla –añade Joan–, que me suelen durar de un año para otro, pues siembro directamente las semillas de la misma calabaza, así ya está hinchada y es más fácil que prenda y nazca con más facilidad».

La siembra se hace en el mes de mayo. En línea recta, a cada metro, se hace un agujero en el cual se colocan unas 4 o 5 semillas. De éstas suelen nacer tres, comenta Joan Garcías.

En esta finca se hace la plantació a la seca, es decir, en el momento de la siembra se les echa un litro de agua y después sólo beben la que llueve. Por ello el terreno es arcilloso, fresco. Si es un verano muy seco o que la tierra tenga pocas reservas hídricas, la calabacera no se expande tanto y queda parada, «como el año pasado; después con las lluvias de septiembre y octubre vuelve a arrancar y hace que en noviembre –atípicamente– todavía haya calabazas», explica.

La calabacera hace flores macho (sólo hacen polen) y flores hembra (las polinizadas) que si están bien polinizadas la flor se convierte en calabaza. Las abejas y otros insectos como los abejorros (borinos) son los principales polinizadores.

Así, el proceso anual es muy rutinario y repetitivo. Cada año se reservan las mejores calabazas para la próxima temporada y así sucesivamente, para ir multiplicando y conservando la calidad de la variedad.

En estos momentos, las calabazas están creciendo. Presentan un color verde intenso, camino hacia la maduración que será dentro de un mes.

El peso de las calabazas varía. Las hay de hasta 10 kilos y un metro de longitud, aunque las más comunes son entre 50 y 60 centímetro de largo. «Las que son tan grandes tienen menos salida en el mercado, al ser más difíciles de manejar y hay que trocearlas», añade.