Carlota Casiraghi hoy en Madrid durante la presentación en el Museo Thyssen de la exposición "El arte de Cartier". | JUAN C.HIDALGO

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La hija de Carolina de Mónaco, Carlota Casiraghi ha participado hoy en la presentación de la exposición 'El Arte de Cartier' que albergará el museo Thyssen-Bornemisza de Madrid y en la que se reunirán más de 420 piezas de de la famosa firma francesa.

El Museo Thyssen-Bornemisza albergará la muestra del 24 de octubre al 17 de  febrero de 2013, en la que  despliega todo el lujo de la famosa firma francesa con una selección  de más de 420 piezas de esta Colección, desde sus orígenes hasta  nuestros días.

Durante la presentación, la hija de la princesa Carolina de Mónaco ha lucido un sencillo conjunto de pantalón negro y jersey dorado, acaparando todos los flashes junto a a la baronesa Thyssen.

Esta muestra, por primera vez en España y «una de las más  importantes organizadas hasta la fecha por el número de piezas  expuestas, refleja el espíritu y la evolución artística de Cartier  desde su fundación en París en 1847», ha destacado este lunes Bernard  Fornás, presidente de Cartier International.  

El dinamismo de los hermanos Cartier y su interés por el arte de  las culturas lejanas o antiguas sentaron las bases de la identidad  artística de la Maison. Del estilo Guirnalda al Art Decó de los años  30, de la inspiración china al estilo Tutti Frutti, esta  retrospectiva abarca más de 165 años de creatividad que realza en un  amplio recorrido por las múltiples manifestaciones, técnicas y  estilos de diseño de sus creaciones.

La Colección Cartier supera las 1.450 piezas procedentes de  coleccionistas privados, de joyeros o de subastas. «La riqueza del  archivo histórico que la Maison ha conservado durante décadas es una  parte fundamental de la Colección», según Pierre Rainero, director de  Imagen, Estilo y Patrimonio de Cartier. Por ello cobra también un  destacado protagonismo en el recorrido de la muestra.  

Formado por bocetos, dibujos, acuarelas y apuntes de  extraordinaria belleza, este archivo es un tesoro desconocido por la  mayoría del público y ofrece, sin embargo, una información de  excepción para entender la Colección en todo su sentido y explicar  cómo, para quién y por qué fueron creadas muchas de las piezas.

Montaje espectacular

El diseñador Jorge Varela, comisario de la exposición junto al director artístico del Museo, Guillermo Solana, y Paula Luengo, del  Area de Conservación del Museo, ha concebido un espectacular montaje  en el que, junto a las piezas expuestas en cada sala, se proyectan  en

las paredes imágenes de sus correspondientes bocetos, dibujos y  fotografías de los personajes que las lucieron, y que aportan una  información adicional de interés histórico. «Es la mejor manera de  disfrutar de los detalles», ha precisado.

Guillermo Solana, que ha confesado «no saber nada de joyas» cuando  comenzó a preparar esta muestra hace dos años, ha resaltado que  existen cierto número de piezas adquiridas recientemente se presentan  por primera vez al público. Entre ellas, destacan el collar de rubíes  y diamantes de Elizabeth Taylor, regalo de su tercer esposo, el  productor Mike Todd, o el broche con forma de flamenco de la Duquesa  de Windsor, realizado en colaboración con Jeanne Toussaint directora  artística de la Maison en aquella época.

Préstamos excepcionales

La exposición incluye también algunos préstamos excepcionales, como la diadema estilo Guirnalda perteneciente a la Familia Real  Española, regalo del rey Alfonso XIII a la reina Victoria Eugenia en 1920, y que actualmente la Reina Sofía utiliza en actos oficiales.

También, para esta ocasión, el Palacio de Mónaco ha aceptado que  sean expuestas varias creaciones Cartier de su propiedad, como las  joyas que la Princesa Gracia luce en las fotos oficiales de su boda  en 1956, regalos del Príncipe Rainiero III.

Dos secciones

Dividida en dos secciones, la primera sala de la exposición  presenta joyas variadas de la segunda mitad del siglo XIX con  guarnición de plata y oro según la técnica tradicional; es el  denominado estilo Luis XVI o Guirnalda que alcanza su punto  culminante en 1890 y perdura hasta la Primera Guerra Mundial, y que  Cartier revolucionó completamente con la introducción de un metal  nuevo en el mundo de la joyería: el platino.

La segunda sección muestra una completa selección de tiaras.  Convertida en símbolo exclusivo de la realeza, la diadema o tiara  evolucionó a lo largo de los siglos hacia piezas de orfebrería  llevadas como insignias de soberanía o alto rango.

Las grandes diademas de Cartier datan de principios del siglo XX  y, en su mayoría, son de platino; son encargos tanto de la realeza  como de las grandes fortunas de uno y otro lado del Atlántico que rivalizaban en esplendor con la nobleza de las cortes europeas.