Ante todo, la celebración del sábado fue un reconocimiento y una reivindicación de la tradición balear del fuego. | P. Pellicer

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El corazón de Pollença ardió y tembló el sábado por la noche con motivo de la celebración de la I Fira del Foc de las Islas. El fuego en todas sus vertientes, el ruido de los tambores y el olor a pólvora se convirtieron en los protagonistas del municipio, desde las siete y media de la tarde hasta las tres de la madrugada, en el primer acto que organiza la recientemente creada Unió de Dimonis i Bestiari de Foc, primera asociación que incluye colles de dimonis procedentes de Mallorca, Menorca y Eivissa.

Las calles más céntricas de Pollença se tiñeron de rojo y los numerosos asistentes al acto sucumbieron al encanto maléfico de las dimonis y su saber hacer con el fuego. Pero, ante todo, el acto del sábado fue un reconocimiento y una reivindicación de la tradición balear del fuego y su necesidad de permanecer en el imaginario colectivo.

Hubo actos para todos los gustos, desde correfocs, demostraciones de fuegos de artificio o pirotecnia hasta conciertos y un mercadillo artesano, todos los ingredientes indispensables para convertir la primera Fira del Foc en un acto memorable. Diferentes escenarios repartidos por el centro del municipio para evitar aglomeraciones fueron combinando lo mejor de cada colla. Pero, sin ninguna duda, el momento de máxima intensidad se vivió alrededor de la una y media de la madrugada, en la calle del Convent, cuando los Dimonis de Mancor de la Vall, los Enfocats de Son Sardina y los Dimonis de Llucmajor ofrecieron un espectáculo conjunto simulando estar encerrados en una jaula de dos pisos.

Aunque Pollença ha sido el primer municipio en acoger la feria, ésta será itinerante.