Isabel Cerdà, Catina Cerdà, Rosa Mas, Toni Joan Ferrer, Maria Antònia Salvà, Joana Maria Verger, Miquel Vanrell y Aina Coll. | Curro Viera

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La procesión más típica de Mallorca se celebró un año más. Desde que en el siglo XVIII se beatificara a Catalina Tomàs, localidades como Palma o su Valldemossa natal han celebrado grandes procesiones, pero la que ha adquirido unas dimensiones mayores y aún a día de hoy sigue creciendo es la que se celebra en Santa Margalida.

Más de 10.000 personas acudieron a este pueblo para presenciar este gran desfile que contó con la participación de 300 personajes y más de 2.000 hombres y mujeres ataviados con los tradicionales trajes de payeses.

La suerte quiso que Joana Maria Calafat fuese quien encarnara el papel principal. Su designación tuvo lugar por sorteo en el mes de julio. Junto a otras chicas dio vida a la Beata en un desfile que incluyó doce carrozas con escenas de la vida de la santa.

Los dimonis no dejaron de robar la gerres a los payeses que las portaban y de arrojarlas a los pies de la Santa, que imperturbable seguía su camino. En estas jarras se simbolizan las tentaciones a su virtud que nunca lograron tener éxito.

Como de costumbre, la procesión contó con la presencia de un número muy alto de autoridades políticas de la Isla, como la presidenta del Govern, Francina Armengol, o la presidenta del Consell de Mallorca, Catalina Cladera.