Un momento del juicio celebrado el pasado 4 de mayo. | Víctor Malagón

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Un hombre de 26 años ha sido condenado a 20 años de cárcel por violar, agredir brutalmente y retener durante tres días en su casa de Palma a su ex compañera de habitación, con la que había mantenido relaciones sexuales esporádicas.

La sección segunda de la Audiencia Provincial de Palma ha condenado a Niculita Tanasa, de nacionalidad rumana, a catorce años de cárcel por un delito de agresión sexual, cinco años y medio por otro de detención ilegal y a cinco más por un delito de lesiones. Las penas suman 24 años y medio de prisión, sin embargo la sentencia fija la condena en 20 años, el máximo permitido por el Código Penal.

La víctima inició su relato durante el juicio celebrado el pasado 4 de mayo de la siguiente manera: «Me pidió un beso, se lo negué, me golpeó y entonces empezó todo». La joven, de 26 años de edad, declaró entonces que había cesado la convivencia con el acusado una semana antes, coincidiendo con el día de Nochebuena.

Para celebrar la llegada del año, el hermano del acusado, la llamó. La fiesta se celebraba en un piso de la calle Sindicat. Allí se encontró con su ex pareja. En torno a las dos de la madrugada se quedaron a solas y el acusado, también de 26 años de edad, intentó darle un beso. Según narró la joven, su negativa provocó un primer golpe que le rompió la ceja. «Entonces me cogió de los pelos y me llevó al cuarto, me dijo que ya no había vuelta atrás, que me tenía que matar porque si no le iba a denunciar».

Según la víctima, en ese momento se repitieron los golpes y tuvo lugar una primera agresión sexual, en la que el acusado llegó a emplear una botella. Tras este episodio, el acusado llevó a la mujer, con un cuchillo al cuello hasta la calle San Vicente Ferrer de Palma, donde ambos habían compartido una habitación.

Allí se repitieron las agresiones físicas y sexuales, incluso, según las acusaciones, cuando la mujer estaba gravemente herida y tenía al menos ocho fracturas en distintos huesos de la cara.

Los golpes, y las violaciones fueron acompañados por otro tipo de vejaciones. La víctima contó que el acusado la obligó a lavar las sábanas manchadas de sangre, para que su hermano no sospechara lo ocurrido o que le dio una botella de refresco para que se lavara la sangre de la cara.

Tras tres días encerrada, la joven convenció a su captor de que la dejara ir al médico. «Le tuve que jurar por mis hijos que no le iba denunciar, que le quería». La gravedad de las heridas sufridas por la mujer era tal que podría haber fallecido. Según el forense que la examinó, solo la suerte evitó que se asfixiara con su propia lengua.
El acusado niega todos los hechos y los atribuye a una «invención de la joven». A preguntas de la Sala señaló que ésta «querría cobrar algún dinero», eso sí, no pudo explicar quién habría causado las graves lesiones que presentaba la joven. También negó que su ex pareja hubiera acudido a la fiesta y sí señaló que el uno de enero habría estado con su hermano, este último ya fallecido.

La Fiscalía solicitó una condena de 55 años de cárcel para el acusado por dos delitos de agresión sexual, lesiones y detención ilegal.