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Vamos a demostrar que la historia del zapato no se ha acabado en Mallorca y que podemos apostar por nuevas propuestas basadas en el diseño y la innovación». Lo manifestó ayer la responsable de Barrats 1890, Magdalena Llompart, en la inauguración de la 25ª edición de la feria internacional de calzado y artículos de piel, Modacalzado+Iberpiel, que acogerá hasta mañana en Ifema de Madrid a 314 stands (702 marcas), entre los que destacan 23 empresas baleares (12 de ellas mallorquinas).
La mayoría de empresarios (Inca, Lloseta, Selva, Binissalem y Palma) reconoce que el problema del sector se concentra en los elevados costes de la mano de obra, en la crisis generalizada -aunque ya notan un leve aumento en las ventas, sobre todo, en el extranjero), la falta de un sistema de contrataciones de fijo-discontínuos, como en la hostelería, y la escasa cultura española sobre el calzado que antepone precios bajos a la calidad. El precio medio de un buen zapato femenino isleño es de 150 euros y unos 150-250 el masculino.
El sector balear lucha con el resto de fabricantes con sus propias armas: diseño, innovación, creatividad y calidad. «Este año hemos acudido a las ferias de Tokio, Hong Kong, Pekín y Milán y se nota cierta reactivación de ventas», explica Llorenç Coll, responsable de Calzados Valse que desde Selva comercializa Kohe, creada en 1927. Su apuesta para la temporada otoño-invierno 2010-2011 es la línea hidroligth, una renovada forma clásica mallorquina que repele la lluvia. El 70% de su venta se realiza en España.
Francisco Alcover, que desde Lloseta comercializa Bay, opina que la crisis del sector también se debe a los elevados salarios que no pueden competir con Asia y a que el Consell de Mallorca no les apoya lo suficiente. Sus perspectivas son malas. «Necesitamos contar con trabajadores fijos-discontínuos ya que nuestro trabajo se reduce a seis meses al año», señala, y añade: «Apostamos por un zapato cómodo, ligero e impermeable».
Frente a él se sitúa Yanko, marca clásica, gestionada desde hace tres años por una nueva empresa que dirige Toni Llobera desde Binissalem. «Las ventas en España son las que son. Nosotros intentamos abrir nuevos mercados en los países nórdicos donde importa más la calidad que el precio», señala, augurando un mal año para el sector por la subida del IVA en junio.