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Matilde y Máxima juntas en Bruselas, para dejarnos con la boca abierta una vez más en un duelo real sin, en mi opinión, una ganadora clara. Dos reinas europeas, de países vecinos casi idénticos en idiosincrasia, y tan diferentes en hábitos y costumbres, dos monarquías modernas y sin embargo tradicionales hasta el punto de que sus reinas consortes no han modificado un ápice el protocolo real que las obliga a salir tocadas de palacio y a vestir dejando que el tiempo no exista.

Las reinas no van a la moda, crean modas y ambas lo han conseguido, no solo con sus estilismos creados generalmente por un diseñador que las une, Natan, nombrado barón por el rey de los Belgas, porque su misión hasta el día de hoy ha sido perfecta, sin ser otra que crear una imagen perfecta para su reina. Tanto que su vecina Máxima no dudó en pedir los servicios del creador. En ocasiones coinciden ambas en sus modelos únicos, exagerados y floridos, tanto que este gesto aparentemente sin importancia marca la personalidad de cada una de ellas.

Máxima es espontánea, excesiva en todo, simpática e hiperinteligente. Y se ve en sus ropajes y en las joyas que elige. Matilde nació en el seno de una de las noblezas más esnobs del mundo, la belga. Es aparentemente más conservadora que su vecina y sin embargo haciendo uso de los usos de las reinas de toda la vida ha demostrado lo moderna que es en su idea de la corona. Ambas son las madres de las futuras reinas, comparten edad y brillan sobre sus esposos soberanos titulares. Ambas hacen soñar.

Por la mañana, Máxima de Holanda y Matilde de los Belgas protagonizaron un duelo de estilo a la llegada de los reyes de Holanda a Bruselas, por la noche, ambas consortes sacaron la artillería pesada en la cena de gala que Felipe y Matilde ofrecieron en el Castillo de Laeken en honor a sus amigos, de visita de Estado en Bélgica. Una velada en la que estaba claro que tanto la consorte holandesa como la belga iban a apostar por algunas de las piezas más importantes de su joyero. Gana Máxima. Tanto Máxima como Matilde se decantaron por los diamantes, aunque en estilos diferentes.