Àngels, Blanca y María Gual de Torrella, Mateo Balda, Nita Aspiazu, Gari Durán, Mila, Carmen Llompart y Sonia de Valenzuela, conmigo. | Esteban Mercer

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El viaje entre amigos a Roma nació de una propuesta de la Ilma. Sra. Dña. Sabina d’Inzillo Carranza de Cavi a nuestra sevillana, también ilustrísima, (Sra. Dña. ) Sonia de Valenzuela Van Moock Chaves al baile benéfico de máscaras en el Palazzo Doria Pamphili. Todo se fraguó a raíz de la boda de Mariano de España Morell y la parisina Justine Terrín en la maravillosa Sevilla en septiembre pasado. La oportunidad hizo abrir las puertas de palacio a amigos de las entrañables hermanas de Valenzuela, amigos palmesanos, y amigos de Costa de los Pinos.

Nos recibió la capital italiana bajo un cielo espléndido para asistir a varios eventos donde se dieron cita la cultura y las grandes reuniones sociales. Todo comenzó el mismo viernes noche con una cena organizada por la maravillosa familia Balda, Ernesto Balda y Nita Aspiazu acompañados por cuatro de sus nueve hijos en el Palacio Rondinini, un maravilloso ejemplo de la arquitectura del siglo XVIII que fue construido para el marqués Giuseppe Rondinini, y hoy sede desde 1990 del antiguo Club de Ajedrez, fundado en Roma en 1872. El palacio mantiene la estructura de casa noble con gran zaguán; las estancias del marqués; una escalera para la servidumbre; un patio con la cochera; un salón de baile decorado con estucos y bajorrelieves; las paredes de palacio tapizadas en seda marfil, con un comedor de ensueño servido por mayordomos de toda la vida bien uniformados.

A las ocho y media de la tarde subíamos elegantísimos, traje obscuro y señoras de cóctel, por la escalera principal enlucida con una alfombra roja, y en la entrada principal nos recibían Ernesto y Nita, junto a su familia. En el Salón de Baile, tuvimos un aperitivo de Señor, en el cual no faltó un brindis con champagne francés por el majestuoso viaje en tierras romanas. A la cena estaban invitados nuestra entrañable Sabina, y su novio portugués Ilmo. Sr. Don Luís Gonçalo Villas-Boas Carcavelos, y su amigo el Ilmo Sr. duque Luigi Catemario di Quadri. Las señoras mallorquinas engalanadas con sus trajes de cóctel estaban espléndidas, cada una en su estilo aunque quien llamó la atención fue la elegancia de Sabina, que lució moderna y cool con un look años veinte, tocada con un bandeau sobre la frente, perfecto para el marco que nos acogía.

Todas las señoras estaban elegantísimas, y eso que habían reservado sus mejores galas para la noche del sábado, la del gran baile. Tras el brindis de rigor en los salones de palacio entre canapés de ensueño y servilletas de hilo, el servicio nos dio aviso para la cena en un comedor maravilloso. Una mesa bien servida, con vajilla del siglo XVIII, y cubertería de plata, que finalizó con el plato de plata con el escudo de la casa grabado. Tras la cena palaciega con un menú italiano: Risotto champagne e erbe fini; spigola in crosta di pane; contoni di stagione y Profiteroles, Mateo Balda nos sorprendió al piano de cola con Nuvole bianche.

En el transcurso de la noche pudimos, entablar amistad con los señores Tommaso Pandolfo Fanchín, Antonio García de Garmendia y Ricardo Andreozzi, en conversaciones al estilo veneciano, con amigos de nuestros amigos italianos. De ahí entre amigos. El duque Luigi Catemario di Quadri nos emplazó a conocer su formidable residencia en el corazón de Roma, el Palacio Tittoni. Una divertida cita que aceptamos el sábado por la tarde después de una comida en la emblemática terraza del Hotel Forum, donde Ernesto Balda quiso sorprenderme adelantado la celebración de mi cumpleaños. Cuando salió la tarta y sentí que me cantaban el cumpleaños feliz llegué al cielo y allí sigo.

Doy gracias por tener tan buenos amigos. Del baile ya les hablé la semana pasada, fue y sigue siendo una experiencia inolvidable. El lugar, las galerías con cientos de obras de arte acogiendo nuestra alegría, la elegancia de mis amigas, la joie de vivre que se respiraba y la bienvenida en el besamos de los príncipes anfitriones del Doria Pamphily, está ya para siempre en nuestra retina como uno de los momentos mas mágicos jamás vividos. Gracias Sabina y Gonçalo y gracias Sonia por organizarlo todo con tanto amor.