Los Reyes a su llegada a Arco. | Daniel González

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Uno de los propósitos evidentes de nuestra querida Reina es el de epatar a todo el que se ponga por delante y ese todo es inmenso. Debería ser difícil sorprender para alguien que vive tan expuesto y, sin embargo, lo consigue en cuanto se lo propone. Arco es una de las citas anuales importantes en el calendario real y si nos fijamos en sus estilismos veremos cómo definir un estilo propio de Letizia resulta imposible. Cambia según cambia ella, o las modas y, lo más sorprendente, se viste de verano cuando las temperaturas comienzan a helar los sentidos.

Apareció en la feria de arte vestida con un camisero finísimo color carne, bolso de colección de una marca extranjera de lujo y zapatos nude, lo digo así para no repetirme, de tacón altísimo. Consigue lo que quiere, está claro, y se nota que está cada vez más cómoda en su papel institucional y me temo que también en el familiar. Como pareja los Reyes resultan ideales, una representación perfecta de la realeza moderna. Letizia es punki cuando le da la gana, lady si le apetece o una señora de Valladolid entusiasmada con las joyas antiguas.

Un año más, los Reyes eran los encargados de presidir la inauguración este evento. El recorrido no se improvisa, seguridad no lo permite, pero de ese muro casi infranqueable salen gestos maravillosos que este año más que nunca fueron correspondidos con vivas al Rey. Y Vivas a la Reina. ¿Cómo irá para la coronación de Carlos III?