Pilar García de Oteyza recibe un gran beso de su hijo Alberto Seguí. | Weyler

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Weyler Bonaire ya es una realidad. Un sueño convertido en real gracias al esfuerzo de Alberto Seguí, anfitrión del evento que presento hoy, me recuerda que allá en 2006 no fue un año cualquiera para el empresario, ya que entonces decidió emprender por su cuenta su primer negocio en solitario partiendo de lo que él mismo denomina como lo más importante a la hora de emprender, que es tener «una idea innovadora».

Así pues, asimilando una nueva ola musical se lanzó con un nuevo concepto alquilando la ya mítica y desmantelada Discoteca FACTORY en la plaza Mediterráneo. La primera noche con la discoteca a rebosar con más de 1.500 personas, la Policía Local que entonces era bastante parcial le dijo que esa iba a ser la primera y última noche de UNDERCLUB, nombre que le puso como insignia a su idea. Que hoy en día prácticamente tres generaciones conocen a la perfección. Pues bien, me dice Alberto que «el éxito es ir de fracaso en fracaso sin perder la esperanza» –entre risas– así que persistente y valiente convenció a los dueños de la también desaparecida Discoteca Victoria para que se asociaran con él y le dejaran dirigirla con su idea de UNDERCLUB, pues bien, la ingrata sorpresa es que resultó ser un fracaso durante tres semanas consecutivas en la nueva ubicación del Paseo Marítimo; tras una humilde inversión en altavoces y una cabina DJ de última generación resultó que a la cuarta semana más de dos mil personas hacían cola para entrar a una discoteca donde apenas cabían mil, la cola rodeaba la discoteca y llegaba hasta la puerta del gigante Tito’s.

Esa pequeña gran idea con ayuda de sus amigos y empleados de entonces acabó traspasándose tres años después por tres millones de euros gracias a los cambios realizados y la gran afluencia de gente que la frecuentaba. Tras repasar los inicios del empresario Alberto Seguí, que desde entonces ha abierto distintos bares, coctelerías y restaurantes en Mallorca me explica que «es la evolución natural de la madurez, con 20 años quieres tener discotecas con 30 años quieres bares y coctelerías y con 40 años ya buscas más tranquilidad en los restaurantes». ¿Le creen? Yo no, o no del todo. Alberto acaba de inaugurar su última «pequeña gran idea» y se llama Weyler Bonaire –en honor a su primera coctelería Weyler allá en 2014– que es un restaurante con una coctelería dentro, todo de diseño ultramoderno, iluminación de Tom Dickson, mármol, madera y cocinas abiertas sin nada que esconder y mucho que enseñar. Una enorme terraza privada con suelos de teka y techos altos con enormes cristaleras.

El mejor producto de temporada con una mínima elaboración de la mano de Álvaro Ortiz –discípulo de Dabiz Muñoz– y con una presentación fina y sencilla. La carta es de temporada y la coctelería que no podía faltar en Weyler es francamente espectacular tanto en su diseño como en sus cócteles, que ya han empezado fuerte ganando el primer premio del famoso concurso TAPALMA con el cóctel de autor ‘La Manzana de Ortiz’, creado por la jefa de bar Margarita Molina.

Esta inauguración se suma a lo que se conoce como Grupo Weyler, la empresa que aglutina el restaurante japonés Arume Sake Bar, Weyler Bonaire y Weyler Beach, este último aún por inaugurar tras una temporada de ensayos, y que en unos meses se inaugurará oficialmente en su ubicación idílica a escasos metros del agua en la playa de Illetas militar. Evidentemente daremos la exclusiva de la inauguración con todas las fotos. ¡Mucha suerte, Alberto!