Don Felipe y Esteban Mercer. | Esteban Mercer

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¿El mejor verano de nuestras vidas? Es lo que nos preguntamos muchos tras unos años de sequía y horror que se han convertido, al menos para quien les escribe cada domingo, en un tsunami de acontecimientos sociales de una magnitud que solo los gloriosos noventa pueden igualar. Las fiestas vuelven a serlo, las caras se renuevan y por la Isla aparece lo mejor de cada casa. Se deja ver, entrevistar, alojar, y lo más importante, se deja entretener.

Mallorca pasa por un momento socialmente grandioso sin haber perdido su esencia, ni tampoco su simplicidad elegante y sofisticada, que no es contradicción. Se vio, y muy bien, en la recepción que ofrecieron los Reyes de España el pasado jueves, recepción que por primera vez se celebró en los jardines y ante la fachada del Palacio de Marivent. Fue un gran acierto por muchas razones. Organización impecable en los traslados desde la base de Portopi al recinto palaciego. Bajada del minibús frente a la fachada de Son Vent, una pequeña cuesta y al final de la misma don Felipe y doña Letizia acompañados de doña Sofía, que nunca falta a esta cita, recibían a sus invitados en un besamanos relajado que sirvió para vivir algún acercamiento necesario.

Son importantes estos encuentros precisamente para esto, para propiciar cercanía entre el jefe del Estado y su familia mientras se festeja el verano a la mallorquina. La recepción no es muy diferente de las que disfrutamos en otras casas de la Isla donde se recibe con cordialidad todos los veranos, para juntar amigos, agradecer invitaciones, propiciar encuentros y celebrar un verano más en nuestras vidas. Poca luz, mesas altas de catering, servicio atento y las delicias de Santi Taura magníficamente presentadas en bandejas de madera.

Tras el saludo inicial los Reyes se dirigieron hacia sus invitados saludando por grupos, y llegaron las inevitables fotos que a todos tanta ilusión nos hacen. Con los círculos que se forman, mientras se sirve el picoteo también se producen los encuentros más entrañables, como el que protagonizaron los padres del último guardia civil asesinado por ETA comentando el hecho con doña Sofía, todavía impresionada por el suceso.

En esa época las infantas y su madre se echaron inmediatamente a la calle para dar normalidad a un hecho que había tirado por tierra la leyenda de que en Mallorca no se podía atentar. En fin, vayamos a lo bonito, a mis marquesas favoritas, como la de Mondéjar, siempre estupenda, a la de las Marismas del Guadalquivir y a mis condesas más divertidas. A todas las adoro porque son la genialidad hecha nobleza. Se fotografiaron en la escalinata donde antes posaba la Familia Real. Yo, lo confieso, me quedé con las ganas.

Políticos los justos, sociedad civil variopinta, artistas y galeristas, chefs de prestigio y la alegría de ver a Macarena de Castro enamorada. Le brilla el alma. Doña Letizia estaba relajada y diligente, cuando manda, manda, no se corta. «Primero hablamos y después la foto». Bien dicho, Señora. El caso es que hay tanto que ver y contar que uno se queda con los pinos iluminados, las noches de verano que tantos momentos nos han regalado, y esta fue sin duda una de las grandes. Una party en Marivent es mucha party. Por cierto, Letizia estaba muy guapa y eligió pendientes de Isabel Guarch. Muy bien hecho. Sigo cerca del mar, en un lugar muy ligado a la Familia Real, Puerto Portals.