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Con el título Wake-Up Slap Román Fabré, hijo del gran Ñaco Fabré, inauguró exposición en Taca, un espacio de la calle Sant Feliu donde escenificó el interior de una habitación, con cuerpos ocupando necesariamente espacios contradictorios, recordándonos que siempre hay un extraño en la habitación.

«La extrañeza de la pintura es lo que importa. Tratar de ajustar la imagen a la vida», escribe Cristina Ramos en un texto precioso sobre la obra que por falta de espacio no puedo reproducir, pero que es digno de ser leído. Admiro tanto a los que escriben bien, sorprendiéndome con un estilo impecable.

Una acción que conlleva implicaciones de necesidad. La pintura es impulsada por la necesidad.