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Aunque me desquité un poquito organizando el cumpleaños de mi ahijado y sobrino Álvaro Sanz Mercer, que cumplió el pasado día ocho nueve increíbles años. Saqué sus dinosaurios para montar una mesa jurásica donde servir la merienda que Álvaro ofreció a sus amigos más cercanos de la escuela, los que forman su grupo burbuja.

Los chicos comieron poco y disfrutaron mucho, y los mayores también, no crean, pues la charla se alargó durante la tarde de uno de los días más bonitos en nuestra familia.

Los que me siguen desde hace tiempo acudieron al bautizo, a cada uno de sus cumples y espero que el año próximo les pueda contar la comunión donde seguro volveremos a servir tarta de Donuts, que es lo único que de verdad les gusta. Molts d’anys!