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Sonia Valenzuela van Moock-Chaves, hija del conde de Peñalba de Valenzuela y de la condesa de Albercón y marquesa de Rivas del Jarama, hermana de nuestra querida Mercedes de Valenzuela y madre de tres varones de apellido de España, nos recibió en su casa mallorquina antes de viajar a Sevilla con sus hijos y donde vive su familia materna para celebrar esta segunda parte de las fiestas, pues la primera la lleva celebrando hace más de un año.

Hacía ese tiempo más o menos que no coincidíamos, pues la dama, que lo es en todos los aspectos, ha pasado meses en Estados Unidos recorriendo las misiones que Sant Juníper Serra fundó en ese país. Ha regresado transformada, física y espiritualmente. Reconoce que es una experiencia que le ha cambiado la vida para bien, que la ha marcado hasta tal punto que claramente hay un antes y un después. Allí la pilló la pandemia, no se paralizó ante el miedo que genera, antes al contrario, siguió con sus estudios que han de finiquitar en una tesis doctoral que ha prometido nos dará a conocer en este medio llegado el momento.

El caso es que el domingo que almorzamos en su magnífica casa, en el campo pero no lejos de Palma, perfectamente decorada con antigüedades y algunos cuadros modernos de Ñaco Febrer, con una espléndida decoración navideña y una comida cocinada en la casa que quitaba el sentido, incluso el postre de chocolate, que no lo he comido mejor en mi vida, sirvió también para el reencuentro con el artista José María Fayos y con su esposa la bellísima Natalia Dorado, a los que hacía mucho que no veíamos en sociedad fuera un regalo de Navidad precioso.

Fayos está trabajando muchísimo en sus retratos, uno de ellos de una conocida señora de Palma que ha querido retratarse de joven, casi adolescente, y que todavía no puedo revelar, pues no tengo su permiso. Les sorprenderá. En la casa de Sonia, con cuadros históricos muy bellos, destaca una obra que preside el salón, el archiduque Luis Salvador de Habsburgo y que es obra del genial artista de origen valenciano pero residente con su mujer y sus dos hijos en Mallorca desde hace años. Fue un día maravilloso, entre amigos, de conversación interesante y distendida, de buen humor y mucha alegría, pues nos demuestra que el tiempo lo pone todo en su sitio y a cada uno en su lugar, en el que es feliz y lucha por serlo. Sonia después de la tormenta vive una calma plácida y una serenidad que muchos envidiarían.