La Orquestra Simfònica de les Illes Balears dirigida por Felipe Aguirre y al piano Juan Pérez Floristán. | Esteban Mercer - E.M.

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Fue una velada inolvidable en todos los sentidos. El Hotel Formentor volvió a dejarnos con la boca abierta y el alma encogida por la belleza de sus jardines, la música sonando milagrosamente, ya les contaré porqué, la amabilidad de todo su personal, en especial de Sara Ramis, que con su empeño personal hace posible cada año estos conciertos únicos en el mundo, bajo los pinos y al atardecer, mientras se pone el sol en el mar tiñendo de rojo el azul y el verde, con los pájaros acompañando las notas de los más grandes, como Gustavo Dudamel, Daniel Barenboim, Ainhoa Arteta, Hilary Hahn, Kiri Te Kanawa, Olga Peretyatko, Anna Netrebko o Zubin Mehta, mientras cae la noche cerrada.

Así como se lo cuento es, un sueño de verano que hemos vuelto a disfrutar, y eso que se tuvo que posponer y después adelantar un día por la amenaza de tormenta. Una locura que salió maravillosamente bien. «En tiempos de Covid, este concierto ha sido un milagro», declaraba Juan Pérez Floristán, el joven y simpático pianista español que destaca en el panorama internacional y que ha sido el encargado de bajar el telón de la edición de este año. Cerró agosto con el concierto de piano del que es considerado por la crítica como una de las mayores promesas de la música clásica a nivel mundial, Juan Pérez Floristán, dejaba que los acordes inundaran el bosque de Formentor en un recital que él mismo calificó de reto interpretativo porque se interpretaron dos conciertos para piano en lugar de uno, por lo que quiso que fueran muy contrastantes y mostraran la evolución del género desde Beethoven a Tchaikovsky. Una ejecución impecable del programa acompañado por la Orquestra Simfònica de les Illes Balears y con la dirección de Felipe Aguirre, director artístico del festival, interpretando obras de Beethoven (‘Concierto para piano y orquesta No. 2 en Si bemol Mayor, Op. 19’) y Tchaikovsky (‘Concierto para piano y orquesta No. 1 en Si bemol menor, Op. 23’). Una belleza inexplicable la primera parte a la que siguió una segunda que nos llevó a las lágrimas, más después de haber asistido al homenaje que como muestra de agradecimiento a su labor durante la pandemia, Pérez Floristán dedicó la segunda pieza de su repertorio a un grupo de sanitarios mallorquines, invitados por el festival, que asistieron al concierto en representación de todo el colectivo.

Después hubo cena en el hotel en la que Simón Pedro Barceló homenajeó a Floristán haciéndole entrega de la famosa piña de pino que cada año sirve para agradecer la presencia en Formentor de los más grandes, siguiendo su tradición de amor a la cultura, y la estela que dejaron Adan Diehl y Tomeu Buades. Fue todo maravilloso, qué les voy a contar de mi Formentor querido, si lo llevo en la sangre y en el corazón grabado a fuego. Acabo homenajeando a un amigo.