La asesina confesa Antonia Salamanca Garau, de 51 años, entrando a los juzgados a cara descubierta. | Pascual Ribot

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«Antonia. ¿Te arrepientes?», preguntaba una periodista a la asesina confesa de Sineu. Ella, muy compungida, respondió, «Sí». Acto seguido, encarriló el camino hacia los calabozos de los juzgados de Vía Alemania de Palma. Pasaban unos minutos sobre las cuatro de la tarde cuando el furgón de presos de la Policía Nacional hizo su entrada por la rampa de los juzgados. Instantes después y, ante una gran cantidad de medios de comunicación, Antonia era conducida hasta los calabozos de las instalaciones judiciales. Su entrada fue rápida y la asesina confesa accedió a dependencias judiciales con el rostro descubierto.

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Instantes antes, su abogado de oficio, Antolín María García Torrens, manifestó que la acusada ha pasado malos momentos tras el terrible suceso. «No puede entender lo que hizo». También quiso destacar que en todo momento asumió la autoría del crimen y no entorpeció bajo ningún concepto la investigación. «Siempre ha colaborado con la policía. No ha negado nada durante la reconstrucción de los hechos y la colaboración ha sido máxima», puntualizó el letrado de la defensa.

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Sin embargo, insistió en que el estado de ánimo de su cliente es cada vez peor, sobre todo, en el momento en el que entró en la vivienda de Sineu con la Policía Nacional para la reconstrucción del crimen. «Se derrumbó cuando tuvo que reconstruir lo sucedido el pasado domingo. Hubo un momento que incluso casi se desmayó», manifestó el abogado a las puertas de los juzgados. El letrado explicó a los medios de comunicación que su trabajo a partir de ahora será explicar lo que pasó por la cabeza de su cliente en el momento de la muerte de su tía.