Miguel Reus lleva postrado en esta cama del hospital desde el pasado 18 de febrero. | Alejandro Sepúlveda

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La tarde del 18 de febrero se volvió un recuerdo negro para Miguel Reus. Este joven de 35 años vio su vida pasar por delante de sus ojos. Como si se tratase de un juego del azar, le tocó a él. Se tenía que encontrar con su padre y tan sólo pudo llamarlo para comunicarle que tenía la pierna destrozada. «Iba a ir a ver el Mallorca con mi padre y terminé con la rótula picada en mil pedazos y una fractura del tibia y peroné». Corrían las 17.55 horas del sábado, cuando un coche le hizo volar de su motocicleta y, posteriormente, se dio a la fuga. «Me siento desamparado, el conductor entró sin mirar carril para acceder a la vía de Cintura y me tiró al suelo para luego irse como si nada», manifestó.

Miguel lleva 17 días postrado en una cama del hospital y sigue sin noticias del responsable de todos sus dolores. «La Guardia Civil está investigando lo que sucedió, pero no consigue encontrar al culpable. Me acuerdo de absolutamente todo, incluso sé que fue un Hyundai Tucson rojo», sentenció, indignado ante la situación que le ha tocado vivir.

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Por el momento, no le han podido operar porque las lesiones superficiales a la altura de la piel son tan graves que no se le puede someter a una intervención quirúrgica hasta que se cicatricen como toca. «Llevo dos semanas en las que solo me pueden hacer curas y evitar que se me infecten las heridas. Espero poder entrar en quirófano pronto, porque a este paso estaré más de medio año intentando poder andar»,dijo mientras explicaba el calvario que vive en su habitación en la Juaneda.

Desde la Benemérita le insistieron en la dificultad de encontrar al infractor, pero desde su familia siguen sin perder la fe. «Dicen que las cámaras de la autopista solo emiten en directo y no pueden quedar grabadas, pero esperamos a ver si hay suerte. Solo hay 300 modelos iguales en todo Mallorca», dijo Miguel. Sin embargo, no entiende la poca seguridad que hay en una de las zonas más transitadas de toda la Isla. «Estamos hablando de la vía de Cintura, no de una callejuela de Son Cotoner, no entiendo que no se pueda tener mucho más vigilados a estos puntos, ¿para qué sirven las cámaras? Tenemos franja horaria, punto exacto y modelo de coche...», denunció.

A nivel personal, la situación le atormenta desde ese fatídico día. «Me doy con un canto en los dientes si puedo volver a la normalidad, tengo dos niños a mi cargo y no puedo hacer nada con ellos. Estoy bastante desanimado, triste y me siento desamparado», explicó resignado. «No puedo levantarme por mi propio pie, para hacer mis necesidades y ducharme es una odisea y solo espero que termine esta maldita pesadilla», finalizó.