La acusada, durante el juicio celebrado el pasado lunes en Palma. | Guillermo Esteban

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-¿Usted se siente maltratada y explotada sexualmente por la acusada?

-Una persona que me dice que venga a España para ser imagen en eventos y luego me encuentro en una casa de chicas... pues sí que me siento así. Tuve que trabajar como un robot para conseguir dinero e irme de esa casa de chicas.

Una mujer argentina contó en el juicio el calvario que vivió en un piso de la calle Son Espanyolet de Palma. «La encargada de la vivienda nos obligó a todas las chicas a decir que no se ejercía la prostitución en esa casa...», aseguró la testigo el pasado lunes por teléfono y con la voz distorsionada. Solo declaró una de las diez chicas que supuestamente trabajaron en el domicilio. La Fiscalía acusa a la responsable del burdel por un delito contra los derechos de los ciudadanos extranjeros y reclama una condena de un año de prisión.

Una de las denunciantes explicó que la encargada del prostíbulo le ofreció trabajo en Palma en marzo de 2022 y le compró un billete para viajar de Argentina a España. «La mujer se quedaba el 50 por ciento de los servicios que hacíamos», comentó. «Había como 10 chicas en la casa y todas le pagaban. Compró billetes a varias personas para que vinieran a trabajar a España. Desde que llegué a la vivienda hasta que pagué la deuda me quitó la documentación. Yo quería irme de la casa pero no conocía a nadie en la Isla y no tenía dinero. Me siento estafada porque el pasaje costaba 700 euros y yo pagué 2.000 por la deuda que contraje».

La acusada solo contestó a las preguntas de su abogado y negó haber comprado ningún billete a ninguna mujer para que viniera a España sin permiso de trabajo. La enjuiciada aseguró que no obligó a ninguna chica a ejercer la prostitución ni quitó el pasaporte a una de ellas. «Éramos amigas, salíamos de fiesta, a comer... y en los whatsapps se ve cómo me habla cariñosamente».

El policía nacional que se hizo cargo de la investigación manifestó que a finales de febrero de ese año recibieron el aviso de que en el piso se estaba ejerciendo la prostitución. La hija de la dueña de la vivienda encargó a una empresa de detectives un informe que luego fue facilitado a los agentes, que realizaron una serie de gestiones y averiguaron que la procesada había comprado billetes a varias chicas que residían fuera de la Unión Europea. Los agentes de la Unidad Central de Redes de Inmigración y Falsedades Documentales (UCRIF) llevaron a cabo una inspección del piso el 7 de marzo y se entrevistaron con las mujeres que ejercían la prostitución.

La hija de la propietaria de la casa recibió numerosas quejas de los vecinos por el trasiego de hombres a altas horas de la madrugada que en ocasiones se equivocaban de timbre. «Mi madre no tiene conocimiento de todo esto. Yo me enteré por las quejas de los vecinos», indicó la mujer.

La defensa de la acusada solicitó su absolución y desacreditó la versión de la única testigo protegida que declaró al considerar que llegó a la casa después de la detención de su clienta por parte de la Policía Nacional. «Ninguna de las testigos dijo las barbaridades que ha dicho hoy [por el lunes] esta mujer».