El asesino, de camino a los juzgados de Palma rodeado de guardias civiles, tras ser detenido en 2008.

TW
5

«Yo no he matado a su hija». Hermenegildo Fernández Salvá, el exconvicto encarcelado por el crimen de Laura Gallego Negre en Es Figueral en 2008, remitió una carta a la madre de la víctima en la que proclamaba su inocencia y aseguraba que la Guardia Civil le «enroscó el marrón» porque era toxicómano y delincuente. De poco le sirvió, porque un jurado lo declaró culpable del atroz asesinato y le condenó a 23 años de cárcel. Esta es la crónica de un crimen espeluznante, en el que la víctima fue golpeada durante horas y finalmente murió aplastada.

El garaje de Es Figueral, en Marratxí, donde se produjo el crimen salvaje.

«Que alguien me ayude, por favor». A las doce de la medianoche del sábado al domingo del 13 de septiembre de 2008 Hermenegildo Fernández Salvá, un ex presidiario apodado 'El David', entró en la hamburguesería Cas Bessons, en la urbanización de es Figueral (Marratxí). Sabía que a esa hora siempre había policías locales o guardias civiles tomando un café y se dirigió a dos agentes y les explicó, con los ojos llenos de lágrimas, que su compañera «está muy mal». Era un consumidor habitual de crack, una de las drogas más duras que existen, y desde hace menos de un año vivía en un garaje alquilado, en los bajos de un restaurante chino de la calle Can Barrera, número 52.

El aparcamiento era lúgubre y está repleto de trastos y suciedad. Sobre una cama apareció el cuerpo de Laura Gallego Negre, una joven de 28 años. Hermenegildo, que trabajaba como mecánico, ofreció versiones confusas y habló de un accidente que pudo haber sufrido la chica en Son Banya, tras caerse de una moto. Nada cuadraba y todas las miradas se centraron en él. Pasó a ser el sospechoso número uno de la muerte, que desde luego no era natural. La joven tenía el cuerpo destrozado, con múltiples fracturas y había un dato muy inquietante: estaba totalmente rígida y llevaba unas doce horas muerta. El criminal había limpiado la sangre, tanto del cuerpo como del suelo. De poco le sirvió.

La joven torturada hasta la muerte, Laura Gallego Negre.

La Policía Judicial de la Guardia Civil se hizo cargo de la investigación, con el mítico comandante Bartolomé del Amor al frente, y procedió a la detención del compañero de la víctima, como supuesto autor del crimen. Laura tenía el cuello roto y la caja torácica destrozada. Además, estaba cubierta de moratones. Las lesiones, según los investigadores, eran compatibles con una paliza, que se había prolongado durante horas. Entre los muchos objetos que el agresor usó para la martirizarla, se halló un mando de la televisión. Hermenegildo incurrió en múltiples contradicciones y acusó, incluso, a unos sicarios enviados por 'La Paca' del crimen. Nadie le creyó e ingresó en prisión.

Ana Negre, la madre de la fallecida, exigió justicia.

«Toda la familia está destrozada». Apenas dos días después de que la joven Laura Gallego fuera hallada muerta en un garaje de Marratxí, a manos de su pareja, Ana Negre, madre de la fallecida, declaró en una entrevista concedida a este periódico: «El día que apareció muerta, mi hija iba abandonar su novio, y empezar una nueva vida». «Hacía días que Laura me venía diciendo que quería dejar las drogas y dedicarse a trabajar para su hijo de dos años y para ella misma», manifestaba la afligida madre entre lágrimas y sosteniendo en sus manos un retrato de su hija días después de dar a luz a su pequeño. No era esta la primera vez que la tragedia llamaba a la puerta de la familia Gallego, pues años atrás, otra hija suya sufrió un accidente mortal de tráfico dejando también a un bebé a cargo de sus abuelos.

El asesino de Laura Gallego, escuchó su veredicto de culpabilidad.

El asesino de Laura Gallego fue condenado a una pena de 23 años de prisión. El tribunal popular consideró probado que el entonces novio de la joven la mató a golpes, sin que ésta se pudiera defender y con un encarnizamiento que llevó incluso a que la golpeara con un objeto contundente cuando ya había muerto. La sentencia de la magistrada Mónica de la Serna relata cómo en la mañana del 13 de septiembre de 2008, el acusado comenzó a golpear a su pareja, Laura Gallego, en el garaje de es Figueral en el que ambos vivían. El ataque buscaba acabar con la vida de la joven y se produjo cuando la víctima no se podía defender, puesto que había consumido drogas. Además, el aluvión de golpes que recibió mermó su capacidad de reacción ya que prácticamente no podía respirar después de que un fuerte impacto en el cuello le llegara a romper el tiroides y a causarle daños en la laringe. Por aquel crimen salvaje, el drogadicto fue condenado a 23 años de prisión.