El antiguo jefe de la Policía Local de Calvià, José Antonio Navarro. | ALEX SEPULVEDA

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«Me llamaron un juez y un fiscal y quizá dije o pusieron cosas que hoy no diría porque no estaba de acuerdo con ellos». Un empresario de Magaluf, uno de los principales testigos en el juicio por la trama de corrupción en la Policía Local de Calvià, salió de la sesión de ayer con serias advertencias del tribunal por mentir después de desdecirse de todas las acusaciones que hizo durante la instrucción. El exjefe de la Policía Local y principal acusado aquí, José Antonio Navarro ahora es una «bellísima persona» cuando, en 2014 cobraba de otros empresarios. El testigo, antiguo dirigente de asociaciones de bares de la zona, señaló que fue a declarar para cargar las tintas contra la asociación Acotur y, en varias ocasiones afirmó que su declaración fue manipulada por Subirán.

Tampoco fue especialmente concluyente la declaración de uno de los denunciantes iniciales, un empresario británico que, junto a su socio aportaron la grabación de la intervención de la unidad canina sospechosa. Sin embargo, dijo que en ese momento no vio nada y que la inspección en su local que llevaron a cabo la Policía Local y la Guardia Civil fueron normales. Un año después, acudió a una reunión al Ajuntament de Calvià para denunciar que sufría una situación de acoso y sostiene que «nadie hizo nada». En un interrogatorio largo y espeso por las dificultades de traducción, el empresario negó que su posterior denuncia en Fiscalía fuera una venganza por el escándalo del ‘mamading’ con el que dijo no tener nada que ver.

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Esa versión fue desmentida casi al instante por el abogado que le representó entonces que sí señaló que le llamaron a raíz de esa denuncia a uno de los locales. A partir de ahí afloró el vídeo de la intervención canina.

La más clara en su declaración fue una antigua empleada de los dos empresarios acusados. Afirmó que tenían contratados a Navarro y al otro mando policial acusado para que les llevaran la gestoría de las firmas y que, por eso pagaban 3.000 euros cada mes en metálico, a veces a Navarro en mano. Dijo que ese trabajo era efectivo y también deslizó que su jefe recibía avisos de inspecciones en sus locales.