Patricio Arturo G.V., en el momento de su detención por parte de la Guardia Civil.

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Degollada y quemada. Hace ahora 21 años, una funcionaria del Govern balear llamada Maria Antònia Colom Vich apareció asesinada en una cuneta de la carretera que une Inca con Llubí. Tras una exhaustiva investigación de la Guardia Civil, cuatro acusados se sentaron en el banquillo y el jurado popular condenó a dos de ellos: Patricio Arturo, el asesino confeso, y su novia Olivia. Los investigadores creen que el robo de un lote de joyas desencadenó el crimen y el condenado ecuatoriano, en cambio, sostuvo que se sentía acosado permanente por la mallorquina, con la que había mantenido una relación.

Maria Antònia Colom Vich tenía 48 años y estaba separada.

La fallecida era una mujer muy conocida en Palma. Se había separado y arrastraba algunos problemas derivados de la depresión que sufría. Antes de que su cadáver fuera descubierto, el 5 de noviembre de 2002, conoció a un ecuatoriano de 23 años, llamado Patricio Arturo G.V., que frecuentaba la barriada palmesana de Son Roca. Era el verano de 2001 y aquella relación tóxica fue la perdición de la funcionaria. El inmigrante vivía de ella y sus peleas eran constantes. En una ocasión le robó un lote de joyas y ella de denunció. No fue la única vez que quiso aprovecharse de ella. En la tarde del día del crimen, discutieron de nuevo. Esta vez en el piso de él en calle Cap Blanc, en Son Roca. Luego, la funcionaria se marchó porque tenía una reunión con una asociación, pero su amigo -al que seguía viendo a pesar de que habían roto- la citó en un picadero de Santa Maria. Sería su última cita.

La víctima vivía sola en un piso de la calle Barón de Pinopar, en Palma.

Esa noche, la funcionaria condujo al volante de su Smart recién comprado, con matrícula 4240-BZD, hasta el picadero, donde se encontró con Patricio Arturo. Allí, en aquel pequeño utilitario, se entabló su enésima disputa. La versión del acusado, cuando después confesó el crimen, de que no tenía nada planificado es difícil de creer porque llevaba encima un cuchillo de carnicero de 30 centímetros de hoja, con el que la degolló. Todo el coche quedó lleno de sangre y el sudamericano circuló durante 20 kilómetros y en la cuneta de la carretera de Inca a Llubí bajó el cadáver y le prendió fuego. Luego volvió a Palma, aparcó el Smart en el polígono de Can Valero y también lo calcinó, para borrar huellas. El hecho de que llevara encima una garrafa de gasolina tampoco ayudó a apuntalar su versión.

Los cuatro acusados en el banquillo de los acusados, en 2003.

La investigación de la Policía Judicial de la Guardia Civil fue exhaustiva y fueron detenidas trece personas, aunque al final solo cuatro sospechosos ingresaron en prisión: Patricio Arturo, su novia Olivia C.M., Francisco Javier C.C. y María Encarnación H.S. Para la pareja el fiscal pidió inicialmente 20 y 18'5 años de cárcel respectivamente por hurto y asesinato. Los otros dos estaban acusados de encubrimiento y se pidieron tres y dos años de prisión. La declaración del examante de la funcionaria fue muy polémica. Patricio Arturo explicó que conoció a Maria Antònia Colom en una discoteca y poco después iniciaron una relación que duró unos meses. El acusado afirmó que la mujer le daba dinero para tener relaciones sexuales pero que la situación tras romper la relación se hizo insostenible «porque una cosa es vender tu cuerpo pero la otra es que esa persona se sienta dueña de ti», en relación a Maria Antònia Colom. «Ella me hacía acoso moral, me llamaba y me amenazaba continuamente», «no sabía qué hacer y la maté por el acoso constante que me hacía», agregó.

De los cuatro acusados solo confesó el crimen Patricio Arturo.

En noviembre de 2004 el jurado consideró probado que el joven ecuatoriano atacó por la espalda a la mujer y la degolló. Patricio Arturo también fue declarado culpable de robar unas joyas a Maria Antònia Colom. El joven y Olivia C.J. eran pareja y convivían en Son Roca. En la misma vivienda acogieron a Francisco Javier C.C. y María Encarnación H.S. Ambos estaban acusados de encubrimiento por no contar a la policía lo que sabían. Tras el veredicto de culpabilidad, el juez dictó una sentencia de 20 años de cárcel para el asesino. Olivia, por su parte, pasó dos años entre rejas. Patricio Arturo siempre sostuvo que había sido un "juguete roto" en manos de su ex. En realidad, todo apunta a lo contrario: se aprovechó de la mallorquina hasta que aquella se quedó sin recursos económicos. Y entonces decidió matarla.