Imagen de archivo de unas zapatillas. | Pixabay

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Raro es, y más estando en libertad, que si se denuncia un robo en Cala Rajada no lleve su firma. La de un conocido ladrón que tras pasar diez años en prisión ha vuelto a las andadas. Fue arrestado en junio, en julio y también en agosto, lo que le ha servido para regresar a la cárcel. En una de sus últimas fechorías se quitó las zapatillas para no hacer ruido en la casa y se marchó corriendo sin ellas tras ser sorprendido. Minutos más tarde regresó para pedírselas a la propietaria del inmueble.

La voracidad delictiva de A.M. no tiene límites. Entre el 7 y el 9 de agosto, la Guardia Civil de Artà recibió cuatro denuncias por distintos tipos de robos en la zona de Cala Rajada. Y la última el pasado día 20, cuando ya estaba en búsqueda como autor de los anteriores delitos. Cuando esto ocurre todas las pesquisas se centran en él. Y pocas veces los investigadores se equivocan. Es un triple en la Quiniela.

Las cuatro primeras víctimas reconocieron al sospechoso sin ningún tipo de dudas tras mostrarles los agentes la foto del hombre. En una de las casas robó las llaves de un coche, un móvil Samsung, un portátil. Entró por la fuerza en un tercer piso escalando. Horas más tarde repetiría la acción en una vivienda muy próxima. Al día siguiente se hizo con un patinete y el último episodio acabó con un botín de aparatos electrónicos valorados en casi 3.000 euros. Los investigadores se pusieron a intentar localizar al ladrón. Tanto que el día 17 lo llamaron por teléfono para que se presentara voluntariamente en el cuartel de Artà. Dijo que sí, que lo haría, pero aún le faltaba un último golpe.

El 20, a las 7,00 horas, entró en un primer piso de la calle Churruca. Se puso a rebuscar en una mesita de noche y la moradora, que dormía, le sorprendió y empezó a golpearle con la almohada mientras gritaba. Esto hizo que huyera, pero sin sus zapatillas, que se había quitado para no hacer ruido. Se marchó con un escueto botín de ocho euros. Pero no tardaría en volver, ya que no quería quedarse sin su calzado y se lo pidió a la mujer. Evidentemente la perjudicada lo reconoció cuando le mostraron su foto. A primera hora del pasado miércoles, A.M. decidió que había llegado la hora de entregarse. Llamó a la Guardia Civil y quedó con ellos en la avenida Leonor Servera. Allí quedó detenido. Horas después el juez de guardia decretó su ingreso en prisión.