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Miguel G. y José Antonio L. son delincuentes vintage. Empezaron a cometer delitos en la década de los 80, cuando la televisión todavía era en blanco y negro; Naranjito la mascota del mundial de España 82’ y Cobi la de los Juegos Olímpicos de Barcelona en el 92. Entre los dos suman 144 años. Uno de ellos, que vive en la residencia de ancianos de La Bonanova, camina con muletas y el otro reside en un piso en Marratxí.

A finales del pasado mes de julio se libraron de su enésima acusación: el robo de dinero en efectivo y de dos tarjetas de crédito en el interior de un Fiat Panda de alquiler aparcado en Cala Falcó (Magaluf) que después utilizaron para comprar en un estanco de Palmanova. Defendidos por el abogado Julio Romero, la jueza los absolvió al terminar el juicio. Las víctimas, una pareja de franceses, no comparecieron en el juicio a pesar de los reiterados intentos del juzgado de lo Penal número 2 de Palma por localizarlos.

Los hechos por los que fueron a juicio se produjeron entre las 10.00 y las 14.30 horas del 19 de julio de 2021. Los dos hombres, un colombiano y un granadino, ambos de 72 años, estaban acusados por robar en el interior del vehículo de alquiler que una pareja de turistas franceses había estacionado en las inmediaciones de Cala Falcó (Calvià). Los ladrones forzaron la puerta del copiloto, se apoderaron de 80 euros en efectivo y de dos tarjetas de crédito antes de huir del lugar.

A las 13.33 horas, los sospechosos se dirigieron al estanco situado en el número 65 de la calle dels Pinzons, en Palmanova, y Miguel G. compró con la tarjeta sustraída un cartón de tabaco Marlboro valorado en 46 euros. Ese día realizaron otra compra de 50 euros en el establecimiento y, posteriormente, lo intentaron de nuevo con la misma tarjeta, pero la operación fue rechazada por el banco. A continuación localizaron un cajero automático ubicado en el número 3 de la Avenida Son Matías e intentaron sacar 603 euros sin éxito, ya que la tarjeta se había cancelado.

La Guardia Civil de Calvià abrió una investigación tras recibir la denuncia de las víctimas y se entrevistó con el responsable del estanco, que entregó a los agentes las grabaciones de seguridad en las que se podía observar a un hombre realizando el pago con la tarjeta de crédito sustraída. Se trataba de un individuo de avanzada edad, calvo, con una marca de una herida o un lunar en la frente y gafas graduadas que vestía una camiseta de manga corta naranja, un pantalón corto beige y zapatos con calcetines blancos. Miguel G. parecía un extranjero más de la turística localidad de Calvià si no fuera por su acento español.

Otras unidades de la Guardia Civil informaron días después a los investigadores que los ocupantes de un Citroën Xsara Picasso se estarían dedicando a desvalijar coches que se encuentran aparcados en diferentes calas y parkings públicos de Mallorca. Los agentes realizaron una serie de comprobaciones en sus bases de datos y averiguaron que el vehículo pertenecía a José Antonio L., un septuagenario al que le constan numerosos antecedentes policiales por los mismos delitos. El hombre iba acompañado por Miguel G., que también cuenta con un historial delictivo kilométrico.

Una vez analizada la información y tras reconocer sin ningún género de dudas a la persona que había realizado los pagos en el interior del estanco, los agentes observaron los recorridos que realizaron a bordo del coche por las diferentes carreteras de Mallorca. Coincidían con la hora del robo en el Fiat Panda aparcado en Cala Falcó y la compra del cartón de tabaco Marlboro. Los guardias civiles detuvieron a Miguel G. y a José Antonio L. a principios de enero del año pasado.

Los dos septuagenarios se negaron a declarar ante la Guardia Civil, que comprobó sus interminables hojas de antecedentes. Rafael G. posee desde 1987 un currículum vitae plagado de robos con fuerza en el interior de vehículos. Le han detenido en más de 100 ocasiones. Además, también figura en su longeva carrera hurtos, daños, usurpación de estado civil, estafas o tráfico de drogas. José Antonio L., que ha sido arrestado más de 50 veces, tiene un historial delictivo algo más breve, pero empezó antes: en 1980.

La Fiscalía reclamaba dos años de cárcel y una multa de 600 euros para cada uno de los acusados por un delito de robo con fuerza en las cosas y otro continuado leve de estafa. Los septuagenarios, que sólo contestaron a las preguntas de su letrado, se libraron de la condena por la incomparecencia de los dos turistas en el juicio. ¿Habrá llegado la hora de la jubilación delictiva?