En el verano de 2002 se repartieron en s'Arenal cientos de carteles en busca de Stefi.

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Stefanie Rüggeberg era una adolescente alemana que en 2002 tenía quince años. Era de carácter rebelde y vivía con su hermano en el número 8 de la calle Sant Bartomeu, en s'Arenal de Llucmajor. En el mismo edificio, pero en otra vivienda, residía su madre Silvia con su novio Pit y el hijo de él. Ese verano, la adolescente desapareció misteriosamente y después fue encontrada muerta en una finca próxima, entre unos arbustos. Lo que nadie sospechaba es que un compatriota que había alquilado una habitación en su casa era un depredador sexual y había violado y asesinado. Thorsten T., que tenía 40 años, fue condenado a once años de cárcel. Actualmente ya está libre. Esta es la crónica de una desaparición y crimen que estremeció a s'Arenal hace 21 años.

La vivienda donde vivía la menor alemana y donde fue atacada por el depredador sexual, en la calle Sant Bartomeu, en s'Arenal de Llucmajor.

En la noche del 30 de julio de 2002 'Stefi' salió de fiesta con unas amigas, para despedir a una joven holandesa que se marchaba de la Isla. Nunca regresó. O eso es lo que se creyó su familia en un principio. Cuando se denunció su desaparición la Guardia Civil, bajo las órdenes del comandante Bartolomé del Amor, puso en marcha un gigantesco dispositivo de búsqueda, sospechando que algún joven que había coincidido con ella en la fiesta la había secuestrado con intenciones sexuales. Se colgaron cientos de carteles en las calles y la familia hizo un desesperado llamamiento para pedir la colaboración ciudadana. Sin embargo, se olvidaron de comentar un detalle clave a los investigadores: 'Stefi' no vivía sola en el piso con su hermano.

El comandante Bartolomé del Amor y otros guardias civiles en el lugar donde apareció el cadáver de 'Stefi', el 20 de septiembre de 2002.

El inquilino que les había alquilado una habitación era un conocido de su madre, también alemán, llamado Thorsten T. Ellos no lo sabían, pero era un presidiario fugado de una cárcel de su país, acusado de delitos económicos, robos y también por una agresión sexual a una mujer, a la que atacó con una porra eléctrica. Un sádico en potencia. Y un depredador sexual. Durante las siete semanas que la menor estuvo desaparecida, el hombre se volcó en la búsqueda y se apuntó a todas las batidas. También fue el principal consuelo para la familia, no se despegaba de ellos. Sin embargo, todo cambió el 20 de septiembre, cuando se descubrió un cadáver en la finca de Son Verí Dalt, entre unas matas y en avanzado estado de descomposición. No estaba lejos de la casa de 'Stefi' y los restos pertenecían a una adolescente. La autopsia confirmó que se trataba de la menor desaparecida pero un dato dio un vuelco a la investigación: el cadáver iba vestido con un pijama y unos calcetines de dormir. 'Stefi', pues, sí que había vuelto a casa esa noche tras la fiesta en s'Arenal. El caso dio un vuelco total.

La familia reconoció que en la casa vivía un hombre en una habitación alquilada y Thorsten, acorralado, escapó de Mallorca y regresó a Alemania. Se convirtió, entonces, en el sospechoso número uno. Un dato apuntaló las sospechas: antes de la desaparición había comprado formol en una farmacia de s'Arenal, según confirmó el farmacéutico Jacinto Bonet. El 7 de enero de 2003 fue finalmente detenido en la ciudad de Wüppertal e ingresó en la prisión de Schwerte. Sin embargo, no confesaba, y las autoridades alemanas pusieron en práctica un plan: meter en la cárcel a un preso que, en realidad, era un policía infiltrado. El agente coincidió con él en un trayecto en furgón policial y se hicieron amigos. Thorsten seguía sin confesar y no se podía demostrar su culpabilidad, así que salió en libertad condicional, y el falso presidiario siguió frecuentándolo, también al acceder supuestamente al tercer grado. Estuvieron de fiesta y de copas varias noches, y finalmente el alemán cometió su último error: le confesó a su amigo que había matado a una joven en Mallorca.

Thorsten T., que tenía 40 años cuando atacó a 'Stefi', fue condenado a 11 años por un delito de lesiones con resultado de muerte. Ya está en libertad.

La detención de Throsten, en diciembre de 2005, fue inmediata y entonces sostuvo que todo había sido un accidente, que se había pasado con el cloroformo y la chica había fallecido. Luego, asustado, había escondido el cadáver en la finca próxima a la autopista. Sin embargo, el comandante del Amor estaba convencido de que la había violado y después la había matado, para que no lo denunciara. A principios de 2006 se inició el juicio en Alemania y tras largas sesiones el acusado fue condenado a casi diez años de cárcel. Pero la historia no acabó allí. Sus abogados alegaron que la trampa del falso presidiario, que en realidad era un policía infiltrado, era ilegal, y el tribunal ordenó repetir el juicio.

En la nueva vista, se volvieron a aportar las pruebas recabadas en Mallorca pero no se incorporó la confesión espontánea del reo. De nuevo, el tribunal lo halló culpable y lo condenó a 11 años de prisión, por un delito de lesiones con resultado de muerte. En la actualidad, Throsten ya está libre. En la calle Sant Bartomeu de s'Arenal todavía recuerdan a la menor alemana que un 30 de julio, ya de día, regresó a casa tras una noche de fiesta sin saber que el inquilino al que habían alquilado una habitación era un depredador sexual. Y la estaba esperando.