Manuel Gallardo, jefe de la Policía Local de Santa Margalida. | Alejandro Sepúlveda

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Con una dilatada trayectoria profesional en la Policía Nacional, el subinspector Manuel Gallardo decidió dar un giro laboral y afrontar un nuevo reto  como jefe de la Policía Local de Santa Margalida. Una nueva aventura marcada por una serie de objetivos: la renovación total del modelo policial, el aumento de la seguridad del pueblo y de sus núcleos turísticos, la implantación de nuevas ideas y una apuesta clara por la profesionalización y la ampliación del personal. Esta semana se cumplen dos años desde la toma de posesión y Gallardo atiende a este periódico para explicar la situación actual de la Policia Local de Santa Margalida dos años después de su nombramiento.

Santa Margalida, Can Picafort y Son Serra de Marina. Especialmente en verano, deben de tener una carga de trabajo importante.
—Es complicado porque como comenta hay tres núcleos totalmente diferenciados. Además, hay 10 km de diferencia entre un núcleo y otro. Nuestra comisaría la tenemos en Can Picafort pero si nos sale una llamada o cualquier urgencia para tanto Santa Margalida o Son Serra de Marina son 10 km. Estamos mucho tiempo en carretera para poder cubrir la demanda policial que hay.   

¿De cuántos efectivos dispone a día de hoy la Policia Local de Santa Margalida?
—Actualmente somos 19 agentes.

¿Tienen previsión de ampliar el personal?
—Sí. Ahora mismo hay una oposición en marcha. Vamos a sacar cinco plazas más y una bolsa de interinos de otras cinco. El problema es que una vez que aprueban tienen que irse a la academia. La gente que aprueba ahora no la tendré hasta dentro de un año. Llevo dos años para conseguir diez nuevas plazas.

Cuando usted tomó posesión la cosa era muy distinta.
—Efectivamente. Cuando llegué había siete policías. Era un 24 de junio en prepandemia. Durante esa temporada de verano sacamos el trabajo a base de motivar al personal. Son unos grandes profesionales.

¿Qué diferencias se pueden encontrar a la hora de trabajar en Can Picafort y en Santa Margalida? ¿Hay mucho cambio entre el trabajo en un pueblo y en una zona turística?
—La perspectiva policial es totalmente diferente. En Santa Margalida hay que trabajar de forma más cercana    a la gente del pueblo. Hay que ser más policía de barrio y estar en contacto con la gente. En Can Picafort la situación cambia radicalmente ya que tenemos una gran cantidad de extranjeros, gente que viene a pasárselo bien y a divertirse con el ocio nocturno. Hay unas cuantas discotecas y hay ambiente de personas que también vienen de otros pueblos de Mallorca.

¿Y cuál es la problemática más común en estas zonas?
—En verano son pequeños hurtos, algunos robos o menudeo de drogas durante la noche. En invierno hay un problema con los robos en interior de vehículos y viviendas. Muchas de las casas de Can Picafort están vacías en invierno y tenemos un gran número de entradas.

¿Cómo es la relación de la Policía Local de Santa Margalida con la Guardia Civil?
—Muy buena. Con los mandos tenemos una gran relación.

En ocasiones realizan controles con ellos.
—Tenemos una gran extensión de terreno y es muy difícil de controlar. Hay muchas zonas de campo. Necesitamos estar lo más unidos posibles. Los dos cuerpos estamos algo mermados de efectivos y nos intentamos ayudar todo lo posible.

No es la primera vez que trabaja de forma conjunta con otros cuerpos. Estando al frente del Grupo ‘Alazán’ del CNP ya colaboraban con la Policia Local de Palma persiguiendo fiestas ilegales.
—Son muy necesarias este tipo de colaboraciones. Al final estamos todos en la calle y tenemos que ayudarnos mutuamente. Es una pena que cada uno vaya por su lado. Tendríamos que unificar muchos más criterios entre cuerpos. Afortunadamente poco a poco parece que se está haciendo. Ese es el camino que hay que seguir.

El Reggaeton Beach Festival, que el año pasado causó numerosos problemas en Inca, se va a celebrar en Can Picafort. ¿Están preparados?
—Llevamos ya bastantes reuniones con el tema. Aparte del problema de seguridad, se nos plantea un gran problema de circulación. Can Picafort tiene entrada pero no tiene salida y poder recepcionar ese gran número de personas y de    coches va a ser complicado.    Aparcamientos alejados, autobuses lanzadera, semáforos y regular el tráfico… estamos trabajando en ello.

Usted fue subinspector de la Policía Nacional. ¿Cómo de diferente es el trabajo entre los dos cuerpos?
—Es muy diferente porque en la Policía Local, y más en un pueblo, hay que realizar muchas labores administrativas. A eso hay que sumarle las labores policiales. Una plantilla grande como la de Palma cuenta con muchas especialidades pero en nuestro caso mis agentes tienen que saber de todo. Desde poner una multa, servicios humanitarios con asistencias médicas, afrontar un caso de violencia de género… Sobre todo al principio me chocaba mucho el cambio. Uno de los primeros servicios que tuve fue la salida a la carretera de un grupo de ovejas. A mi me chocó pero al final es un problema, un problema grande ya que puede causar accidentes graves. Venía de trabajar con temas muy distintos y fue algo chocante.